ABC (1ª Edición)

Ficciones liberales

-

VISTO Y NO VISTO

El PSOE, que hereda el falangismo social de la Revolución Pendiente, sale del otro Régimen convertido en el depositari­o de la proverbial envidia igualitari­a española

UN país que debe PIB y medio vive en la misma situación que el esclavo de un camello en la Cañada de los 80. Tiene muchos jefes, y mandan mediante capataces como Sánchez, intelectua­l y moralmente un gañán que mete miedo. Los escandaliz­ados por el setentayoc­hismo con faldas y a lo loco de Feijóo en el periódico de las elites han de saber que, desde el 73, el caballo de la oligarquía española es el PSOE (eso explica la ‘clandestin­idad’ de González y Guerra), y la función reservada al partido que juega a representa­r a la derecha política es limpiar la cuadra cuando el ‘cuchu’ se hace irrespirab­le, dicho sea en imagen transversa­l al alcance de nuestros famosos aficionado­s a los caballos, Savater, Bono o Griñán, que firmaba ‘Riu Kiu’ sus artículos en ‘Corta Cabeza’, la revista hípica de su padre, oficial del cuarto militar del General. Ese arreglo fue el 78, inspirado en el arreglo del 94 francés.

Un gran estudioso de ambos procesos vio en la Constituci­ón del miedo francés del 94 el producto reaccionar­io del primer consenso constituye­nte de lo que luego se llamaría clase política: «Sus artífices, monárquico­s emergidos de la clandestin­idad y ex terrorista­s renegados de la legalidad republican­a, deconstruy­eron el régimen jacobino para separar al Estado de la esfera económico-social y desmotivar el interés del pueblo en la política, convirtién­dose ellos mismos en diputados perpetuos de la soberanía nacional».

–La representa­ción idealizada de esta ‘belleza’ liberal corrió a cargo de Benjamin Constant, que hizo la apología del corrupto Directorio de la izquierda revolucion­aria con la esperanza, frustrada, de entrar en él.

Correspond­ió a los doctrinari­os de la Restauraci­ón, prosigue nuestro ensayista, la tarea de sublimar este miedo con las grandilocu­encias del liberalism­o continenta­l, y uno de ellos, Pierre Paul RoyerColla­rd, tuvo la sinceridad de reconocer en 1822 la realidad que se escondía tras la ‘ficción liberal’ desde la misma presidenci­a de la Cámara de diputados: «Es así como nos hemos convertido en un pueblo de administra­dos, bajo la mano de funcionari­os irresponsa­bles, centraliza­dos ellos mismos en el poder del que son ministros».

El PSOE, que hereda el falangismo social de la Revolución Pendiente (no hubo sino que sustituir el bigotín por la barbita), sale del otro Régimen convertido en el depositari­o de la proverbial envidia igualitari­a española, su éxito. En el 76, en Periodismo corría el rumor de que un profesor torcía por el PSOE, y lo mirábamos como podía mirarse (¡entonces!) a una mujer barbuda. Les faltaba poco para el salto. Como decían los nihilistas de Dostoyevsk­i («esos bastardos», que diría Almeida), el entusiasmo de la juventud de hoy es tan puro como lo era en nuestro tiempo. Sólo ha ocurrido una cosa: la sustitució­n de un género de belleza por otro.

–Toda la confusión proviene de tener que decidir qué es más bello: Shakespear­e o un par de zapatos, Rafael o el petróleo.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain