ABC (1ª Edición)

Una guerra nuclear Rusia-EE.UU. causaría una hambruna global

▶ Mataría de inanición a 5.000 millones sin contar otras muertes y daños catastrófi­cos

- PATRICIA BIOSCA

El conflicto entre Rusia y Ucrania ha revivido los fantasmas de la guerra nuclear: primero, la ocupación del sarcófago que aísla Chernóbil al principio de la ocupación y, después y más recienteme­nte, los combates cerca de la central ucraniana de Zaporiyia, cuya situación es, según dijo hace unos días el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, «crítica», han provocado que salten todas las alarmas. Ayer, un estudio publicado en la revista ‘Nature Food’ alertó sobre el peligro y las devastador­as consecuenc­ias de seis posibles escenarios de guerra nuclear. El peor de todos, un conflicto entre EE. UU. y Rusia, que provocaría 5.000 millones de muertos, solo por hambruna, sin tener en cuenta los fallecidos directos u otras causas.

Sobre datos de investigac­iones anteriores, un equipo de expertos internacio­nales encabezado­s por Alan Robock y Lili Xia, ambos profesores del Departamen­to de Ciencias Ambientale­s de la Universida­d de Rutgers (EE. UU. ), determinar­on la cantidad de ceniza y hollín que se crearía tras la detonación de armas nucleares y cómo todo este material bloquearía la entrada del sol en la atmósfera. Los autores calcularon la dispersión del hollín a partir de seis posibles escenarios de guerra entre las potencias nucleares (cinco conflictos pequeños entre India y Pakistán y uno a gran escala entre EE. UU. y Rusia), teniendo el cuenta el tamaño del arsenal de cada país.

Más o menos detonacion­es

Esta informació­n se ingresó en el Modelo del Sistema Terrestre Comunitari­o, una herramient­a de pronóstico del clima que permitió calcular cómo este conflicto afectaría a la productivi­dad de los principale­s cultivos mundiales (maíz, arroz, trigo y soja). Los investigad­ores también examinaron los cambios proyectado­s en los pastos del ganado y en la pesca a nivel global. Y la respuesta fue clara: incluso en el escenario nuclear más pequeño –una guerra localizada entre India y Pakistán, con menos de 100 detonacion­es–, se arrojarían a la atmósfera 5 millones de toneladas métricas de partículas. Como dato comparativ­o: los catastrófi­cos incendios forestales en California en 2017 o los de Australia a finales de 2019 llegaron hasta 1 millón de toneladas métricas cada uno. Este ‘paraguas’ de cenizas afectaría a los cultivos y, de media, tendríamos acceso a un 7% menos de calorías. En el mundo occidental desarrolla­do esto puede parecer una nimiedad; sin embargo, en países donde rozan la hambruna sistemátic­a, esto sería una condena de muerte. Los datos son aún más alarmantes en el caso de una guerra a gran escala entre Rusia y EE. UU., donde la producción calórica mundial descenderí­a hasta el 90% tan solo tres o cuatro años después de las detonacion­es, ya que se emitirían unas 150 toneladas métricas de cenizas y polvo. «Los datos nos dicen que debemos evitar que ocurra una guerra nuclear», sentencia Robock.

Los cultivos de latitudes medias y altas serían los más castigados por esta ‘pantalla’ de ceniza. El Reino Unido, por ejemplo, vería caídas más pronunciad­as en los alimentos disponible­s que un país como la India, que se encuentra en latitudes más bajas. Pero Francia, que es un importante exportador de alimentos, le iría relativame­nte bien, al menos en los escenarios de emisiones más bajas, porque si se detuviera el comercio, tendría más alimentos disponible­s para su propia gente.

Sin embargo, en un mundo globalizad­o, es imposible pensar que el mundo entero no se vería afectado: «Estos cambios inducirían una interrupci­ón catastrófi­ca de los mercados mundiales de alimentos», escriben los autores. Incluso una disminució­n global del 7% en el rendimient­o de los cultivos superaría la anomalía más grande jamás registrada desde que se tienen registros, que datan de 1961. «Bajo el escenario de guerra más grande, más del 75% del planeta estaría muriendo de hambre dentro de dos años», indican los investigad­ores.

Capa de ozono destruida

Los autores también tuvieron en cuenta si usar como alimento humano el pienso del ganado o reducir el desperdici­o de comida podría compensar las pérdidas. Sin embargo, no fue una medida de impacto en el caso de grandes conflictos nucleares. Además, los modelos de cultivo cambiarían. Por ejemplo, la capa de ozono sería destruida por el calentamie­nto de la estratosfe­ra, produciend­o más radiación ultraviole­ta en la superficie. «O el efecto que tendría la muerte de los polinizado­res. Es por ello que necesitamo­s comprender ese tipo de impactos en el suministro de alimentos», afirmó Xia.

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