ABC (1ª Edición)

Joao Félix y Morata vuelan

▶ Exhibición de pegada rojiblanca ante el Getafe con goles del español y pases del luso

- JOSÉ MIGUÉLEZ

El Atlético es mejor de lo que era. O eso transmite. Otra vez serio, perfeccion­ado por atrás con Witsel (lo que necesitaba el equipo era un central no un centrocamp­ista), consolidad­o en el medio con el triángulo que ya estaba y redondeado por una pareja de ataque, al fin formada a golpe de meritocrac­ia, intratable: Joao Félix, por supuesto, y Morata, que además conectan, se encuentran, parecen hechos el uno para el otro. El portugués es la calidad que ya se conocía, tan a menudo secuestrad­a por su jefe, y el español está en racha, luce una versión que asusta, de nueve perfecto. Tres asistencia­s el uno, dos goles el otro. El Atlético tiene buena pinta.

Tras la última revisión de sí mismo de Simeone, su Atlético añade electricid­ad. Una saludable secuencia de vertiginos­as maniobras de primera, toco y me muevo, que suceden a una recuperaci­ón, que enredan y desnudan al rival, lo electrocut­an. Y como por ahora el equipo además luce pegada (una efectivida­d descomunal a la que conviene todavía mirar con cierta cautela, por si acaso), el marcador se vuelve un aliado implacable.

Así sucedió en todos los goles del estreno, una prolongaci­ón escrupulos­a de las excelentes sensacione­s emitidas por el Atlético durante la pretempora­da. La respuesta rápida a un error, la presión decidida para corregirlo y tener de vuelta el balón y el dañino tictic-tic-tic posterior: Lemar, Saúl, Joao, Morata primero... Solo Joao, Morata después. Cuando el Getafe quiso darse cuenta, el Atlético corría celebrando.

Morata está fino. Se pega una paliza, corre para defender, para asociarse y también para desmarcars­e. Se implica en todos los asuntos del partido, baja la pelota para asear la transición, y además ahora está con una puntería brutal, podría decirse que desconocid­a. Y se ha encontrado en Joao un socio impagable. Triturador­a ante el Juventus y también ayer. Un nueve, nueve.

Cuando el Getafe se levantó del 0-1, el Atlético recuperó ciertos defectos, una querencia al paso atrás que tantos disgustos le ha dado. Fue solo un cuarto de hora, el último del primer tiempo, que permitió crecerse a los azulones. Pero los azulones lo que no tuvieron fue pegada. Mayoral falló los dos centros venenosos y cruzados que se fabricó Iglesias desde la derecha (y que hizo al Atlético reencontra­rse con un viejo dolor de espalda de sus laterales, como en los tiempos de Juanfran y Filipe Luis). Pero el larguero y las nubes (también en un mano a mano de Unal ante Oblac) de los remates dejaron sin premio al Getafe, que no tiene mal equipo. Muerde como de costumbre y maneja la pelota con sentido, ha vuelto a armar un bloque interesant­e. Pero el Atlético ha empezado imparable. Todo lo que tira acaba en gol.

Los rojiblanco­s trataron de desdecirse de su paso atrás tras el descanso, alejarse de Oblak, buscar la prosperida­d con más intención de pelota, ahora que tiene argumentos para sacarla jugada, y la misma determinac­ión ante la portería enemiga. El Getafe rondó igual el empate, pero el único que supo ver el gol fue el Atlético y su pareja letal.

Lo de Joao en el 0-2 volvió a ser para soltar aplausos. Robó más arriba (o se la entregó el Getafe) y lo adornó con un pase profundo engañando a todos, por dentro hacia Morata y no a la derecha para Llorente, como hizo creer al mundo. La definición inapelable con la izquierda del repentino goleador hizo el resto. Y al luso aún le dio tiempo a una tercera asistencia (a Griezmann, que llevaba seis meses sin anotar de rojiblanco y se sumó a la fiesta). El Atlético empieza volando.

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// EP Morata, autor de dos tantos
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