ABC (1ª Edición)

El último milagro de la doctora placenta

- PEDRO CIFUENTES

La conocida fisioterap­euta serbia Marjana Kovacevic ha logrado abreviar la recuperaci­ón de Modric para hoy. Sus métodos son discutidos por la comunidad científica, pero su distinguid­a clientela le avala.

¿Curandera, médico o ambas cosas? La leyenda de la doctora serbia Mariana Kovacevic (Belgrado, 1970) ha crecido bastante desde que su nombre recorriera por primera vez los periódicos españoles por intentar curar en tiempo récord a Diego Costa para la final de Champions de 2014. La mujer a la que Robin Van Persie calificó de «ser milagroso» ha regresado este año a la actualidad nacional, después de que Luka Modric recurriese de urgencia a sus técnicas heterodoxa­s para sanar sus isquiotibi­ales y llegar a la final de Copa del Rey. El ídolo croata no fue titular el sábado pasado, pero jugó diez minutos y pareció estar recuperado para el tremendo duelo de esta noche gracias a Kovacevic y a la placenta de yegua, el enigmático ingredient­e que se ha unido a su figura como un apodo del que le será ya difícil librarse.

El método de la ‘doctora milagro’ sigue siendo secreto. Son sus clientes (sobre todo los célebres, como Djokovic) quienes validan cada temporada unos tratamient­os que la comunidad médica no reconoce. Además de Modric o Costa, la han visitado en los últimos quince años futbolista­s de la talla de Cristiano Ronaldo, Rooney o el mencionado Van Persie, entre una lista de varios centenares. La lesión del ‘10’ del Real Madrid, producida el 25 de abril, era un desgarro cuya curación suele necesitar dos o tres semanas. Modric compareció ante el Osasuna el pasado sábado 6, exactament­e 11 días después de abandonar lesionado Montilivi.

¿Qué arcanos esconde su tratamient­o? Se sabe que usa una crema con placenta de yegua, que presuntame­nte acelera la reparación del tejido muscular desgarrado. Además, al tejido dañado se aplican unas ondas electromag­néticas de alta frecuencia para calentarlo mientras se le da un masaje con un rodillo y un gel original compuesto por diferentes sustancias naturalmen­te activas, que no altera la piel (y, muy importante, no dan positivo en ninguna prueba antidopaje).

El tratamient­o, como informa su página web (que no se actualiza desde 2010), dura de uno a siete días: «El tejido muscular del paciente se regenera completame­nte, lo que puede comprobars­e con una resonancia magnética». Nadie sabe con qué sustancias mezcla la placenta para ultimar el ungüento. Un periódico de Bulgaria (país donde es conocida por haber trabajado para el CSKA Sofía) publicó hace más de una década que la doctora contaba con una tecnología pionera en cuyo alumbramie­nto había participad­o la NASA. Otros medios serbios han informado de que sólo trabaja por las noches, no usa teléfono móvil y recibe a sus pacientes en un despacho sin ventanas. Kovacevic no utiliza analgésico­s: considera que el dolor es nuestro sistema de alarma, y no debe ser reprimido.

Rodeada de ese halo de misterio, Kovacevic

vive en Belgrado con guardaespa­ldas y arropada por su familia: su madre (la doctora Dragica Matejevi ), sus tres hijos y su marido, dueño de una casa de apuestas. Huidiza de la prensa (dado que no necesita publicidad), sigue su carrera sin apoyo académico. Su formación, sin embargo, es incuestion­able: licenciada en Medicina y Farmacia por la Universida­d de Belgrado, profundizó después sus estudios en Estados Unidos, trabajó durante una década en laboratori­os y se especializ­ó en fisioterap­ia antes de abrir su propia clínica.

Cuando Diego Costa viajó a verla poco antes de aquella final de Lisboa, distinguid­os galenos españoles expresaron sus dudas, negando el apoyo a sus técnicas. Las sospechas persisten. «No tenemos respaldo científico que justifique el empleo de la placenta de yegua para acelerar el proceso de reparación del tejido muscular lesionado», explica a ABC Gonzalo Correa, vicepresid­ente de la Sociedad Española de Medicina Deportiva: «No obstante, es conocido que en el ámbito del deporte de élite se emplean tratamient­os sin justificac­ión científica en muchos casos; no olvidemos el papel del efecto placebo».

En 2009 el misterio sobre Kovacevic tomó una nueva dimensión después de que estuviese un tiempo en paradero desconocid­o mientras era investigad­a por la Justicia serbia. ¿El motivo? El presunto uso de placenta humana en sus tratamient­os, después de que el exfutbolis­ta israelí Benayoun afirmase que lo había hecho con él mismo. La doctora salió airosa del trance, pero tres años después fue objeto de otra investigac­ión, esta vez por supuesta evasión fiscal y ausencia de licencia para ejercer la medicina.

El embrollo fue aclarado, y la fisioterap­euta regresó a la actividad y a su singular política de facturació­n: cobra 5.000 euros a cualquier futbolista profesiona­l, por famoso que sea, y 50 euros a las personas corrientes. Aunque el mutismo sobre su desempeño es casi total, los testimonio­s públicos de sus pacientes muestran agradecimi­ento y respeto, a pesar de que el dolor durante la hora que dura la sesión es muy elevado.

Siempre se ha sospechado que usaba células humanas, pero no se ha demostrado. Lo único claro es que sus tratamient­os, como afirmó el que fuera delantero del Ajax Marko Pantelic, «acortan hasta cuatro veces los plazos de recuperaci­ón». De todos modos, cabe recordar que en la final de Lisboa ante el Madrid, Diego Costa tan solo jugó nueve minutos (volvió a romperse). Modric espera revalidar tanto su prestigio como el de la doctora balcánica hoy en el Santiago Bernabéu.

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REUTERS Modric, útimo paciente de la misteriosa doctora Kovacevic//

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