«Si te atreves a hablar ante los demás sin vergüenza vas a sentirte más sano»
Mercedes Pescador Presidenta de Medialuna y autora
► Esta experta en oratoria recalca que la comunicación sigue siendo una asignatura pendiente en las escuelas
Mercedes Pescador, presidenta de Medialuna y autora de ‘Sin vergüenza’, recalca que lo que no se comunica no existe y, por ello, invita a dominar desde edades bien tempranas las herramientas para una buena oratoria «muy beneficiosas en todos los ámbitos de la vida: la escuela, las relaciones con los demás, la familia, la empresa...».
—¿Por qué da tanta vergüenza hablar en público?
—La respuesta está en el miedo a los otros. Nos imponen porque son los que nos pueden rechazar, a los que podemos atraer o, por el contrario, dejar indiferentes. El temor al qué dirán es muy intenso.
—¿Es un miedo natural o se adquiere con la edad?
—A medida que uno va socializando, las otras personas ocupan un espacio. El ser humano es, en definitiva, lo que tú eres, lo que tienes y lo que los demás opinan de ti. Cuando crecemos nos vamos poniendo esas capas de cebolla que nos ayudan a tener filtros y protegernos si decimos algo y pensamos «madre mía, mira que estás haciendo el ridículo, cállate»... Es una cuestión educativa. Los niños tienen menos filtros porque están menos contaminados. Pero es que, además, nos falta educación de oratoria en la escuela y ese atrevimiento que da la formación en comunicación.
—Es muy típica la escena de un aula con niños en la que la profesora dice «¿quién sale a la pizarra y nos cuenta la batalla de Trafalgar?», momento en el que todos miran hacia el suelo o intentan esconderse detrás del compañero de delante. ¿Por qué desde la infancia ya da miedo exponer? ¿Por qué esa timidez?
—Yo destacaría más aún lo que pensábamos de pequeños al ver que un compañero levantaba la mano y respondía. Nos parecía que era importante, una persona líder, la que se atrevía. Era lo más.
—Antes no se trabajaba nada cómo hablar en público, sin embargo en el aula actual se invita a realizar ejercicios en grupo, en colaborativo, y se expone más en voz alta, pero ¿qué falta aún en las escuelas en este asunto? ¿Cómo se debe fomentar la oratoria?
—Ensayando y haciendo más presentaciones orales, dando más participación a los alumnos para que sean personas más comunicativas porque, además, si lo son, si se atreven a hablar ante los demás, si no les importa tanto el juicio ajeno, van a ser más ellos mismos y van a sentirse más sanos, porque callar enferma. Expresarse excesivamente puede a veces ser un error, pero en su justa medida, saber qué decir en qué momento y no callar por miedo cuando tienes algo que comunicar es clave para el crecimiento personal. No atreverse a hablar es un gran problema en la vida que empieza a fraguarse, tanto en la escuela como en casa.
—¿Debería ser una asignatura extraescolar u obligatoria?
—Sin duda. La oratoria y la comunicación son la esencia del ser humano. Invertir en ello nos ayuda, incluso, a tener mejores relaciones humanas porque casi todos los conflictos que tenemos en nuestra vida con colaboradores, parejas, familia, hermanos, incluso las guerras, vienen por un problema de comunicación, por una falta de entendimiento; ni me explico ni me entiendes. Es decir, lo que yo quiero decir es otra cosa distinta a la que estás entendiendo. Y eso se debe aprender desde la infancia.
—¿Puede una persona tímida llegar a convertirse en una sin vergüenza?
—Claro. Hay quienes por naturaleza tienen menos timidez y necesitan menor entrenamiento, o que deben aprender a callar un poco y respetar el tiempo ajeno. En este asunto nadie nace enseñado. Si uno no sabe matemáticas, pues empieza por la suma y luego hace otras operaciones. En la comunicación es lo mismo, lo que ocurre que es una asignatura transversal que se puede emplear en cualquier materia.
—¿En qué beneficia a los jóvenes la oratoria?
—Les ayuda mucho porque cuando los adolescentes se callan y piensan «nadie me entiende» o utilizan una forma de comunicación agresiva, más que afectiva, es porque tienen esos problemas de identidad y se cuestionan «¿quién soy yo?». Les permite tener mayor conciencia de su vida, de quiénes son y lo que quieren. Perder el miedo es ganar en confianza en uno mismo. Para estar mejor se requiere comunicarse mejor consigo mismo y, después, con los otros. Cómo te hablas, cómo te piensas, cómo te diriges a los demás, el tono...
—Y cuando se llega a casa, ¿cómo influye tener estas nociones de expresión?
—El hogar es el lugar donde más situaciones adversas se producen por ese exceso de confianza, de ahí la importancia de aprender a comunicar y que el lenguaje sea entendido por el otro. Muchos adultos no escuchamos y los hijos lo reclaman: «escúchame», «dedícame tiempo»... Nos dicen «no me entiendes», pero es que no les escuchamos correctamente. Hay que hacerlo activamente porque realizamos muchas tareas al mismo tiempo y ahora, además, se suma que nos pasamos horas mirando la pantalla del móvil. Deberíamos reflexionarlo.
Autoestima «Perder el miedo a comunicar es ganar en confianza y tomar conciencia de uno mismo»