ABC (1ª Edición)

Acepta siete años de prisión por cortarle el pene a su jefe mientras le hacía una felación

- ELENA BURÉS

Siete años de cárcel por cortar el pene a su pareja, que también era su jefe. Es la condena que aceptó ayer Tanya, por la agresión a Abdul, que regentaba dos bares en Sant Andreu de la Barca (Barcelona). Ella, de entonces 37 años, trabajaba en uno de ellos, El Sibarita. Llevaban más de tres años de relación, cuando una noche, la del 31 de mayo de 2021, en vez de volver a casa en el tren de las 23.00, como solía hacer, le dijo a él, de 50, que se quedaba para que cenasen juntos. Mientras él jugaba a la máquina tragaperra­s del local, comenzó a besarlo y le hizo recostarse en un sofá para realizarle una felación. «Me puso en el sofá y me cerró los ojos con un trapo porque decía que tenía vergüenza. Ella había traído un cuchillo y estaba guardado en algún sitio que yo no veía», relató ayer la víctima ante el tribunal de la Audiencia de Barcelona.

Aunque la mujer, de origen bengalí, igual que la víctima, se negó en un primer momento a reconocer los hechos ante los jueces, finalmente admitió que lesionó a su pareja. Se formalizó así un acuerdo de conformida­d, por el que también tendrá que abonar 250.000 euros al hombre, por las secuelas que sufre. Abdul ya no regenta los dos establecim­ientos. Bares con los que ingresaba, relató, cerca de 3.000 euros al mes. Ahora su salario se ha reducido a unos 600 euros –trabaja en un supermerca­do–, de los que más de la mitad destina a pagar el alquiler del piso que comparte con un familiar. Además, todavía no le han realizado la reconstruc­ción del órgano. «No puedo mantener relaciones sexuales y tengo problemas para orinar», indicó.

Cámaras de seguridad

La noche del suceso, Tanya insistió en que tuvieran sexo. Él primero se negó, porque estaba cansado, pero finalmente accedió. Fue entonces cuando le seccionó el pene y no lo dejó salir del local. Abdul accionó de nuevo las cámaras de seguridad, entonces desconecta­das, porque había cerrado ya. Cuando por fin pudo escapar, alertó a emergencia­s.

En un primer momento, la mujer explicó a la Policía que lo había atacado porque éste la había agredido sexualment­e, pero la investigac­ión de los Mossos d’Esquadra lo descartó. Ayer, en su turno a la última palabra, con ayuda de una intérprete, pidió a los jueces que le dejen hacer «una vida normal», no volver a la cárcel, comprometi­éndose a cumplir la ley y pedir perdón a la víctima.

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