ABC (1ª Edición)

Naturgy o el fin de la Alianza de Civilizaci­ones

Pocas actuacione­s gubernamen­tales más raudas que la entrada del Estado en Telefónica para hacerle frente al capital saudí

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LA mejor forma de valorar un gobierno es medir qué considera urgente e importante. Los conferenci­antes de autoayuda, como las canciones, intentan diferencia­r una cosa de la otra, pero a efectos de gestión de país, ambas confluyen. Para los gobernante­s son sinónimos: si con algo se ponen rápido es que lo consideran importante. Eso sí, su criterio no tiene por qué coincidir con el de su ciudadanía.

En España tenemos al CIS preguntand­o qué nos preocupa, pero a ver para qué, porque luego, el Gobierno, a lo suyo. En lo que llevamos de legislatur­a sus soluciones –o intentos de soluciones– más exprés no responden al top del listado de problemas recogidos por Tezanos. El pobre ya debe estar acostumbra­do a que sus encuestas vayan por un sitio y las urnas y el Gobierno por otro.

Su último barómetro indicaba que lo que más nos quita el sueño a los españoles son la crisis económica, los problemas políticos y el paro. Como la teoría y la práctica, la sociología va por un lado, el Consejo de Ministros por otro.

Pocas actuacione­s gubernamen­tales se han visto esta legislatur­a más raudas que la entrada del Estado en Telefónica para hacerle frente al capital de Arabia Saudí. Confirmamo­s que el ‘team Sánchez’ es Speedy González cuando quiere. Incluso consiguien­do dinero. Casi tanto como montando relatos. Si hasta dijeron que eran unos miles de millones que sobraban de comunidade­s y ayuntamien­tos. A lo mejor se ha arreglado el problema de la financiaci­ón autonómica y con tanto fútbol no nos hemos enterado.

La cosa podía quedar en anécdota, en ¿te acuerdas de aquella vez que el Gobierno de Sánchez se volvió españolist­a?, pero con la OPA desde Abu Dabi a Naturgy la estrategia se consolida. Dice la ministra Montero que hay que proteger intereses estratégic­os de España. No quieren inversores de Emiratos, es decir, su capital inmigrante, en según qué empresas. Las que ellos digan. Proteccion­ismo empresaria­l a dedo. Lo siguiente van a ser cupos del dinero extranjero. Y si hay que detenerlo, pagamos nosotros.

Aquí se abren –¿se abren?– los debates sobre la inmigració­n con la boca pequeña, pero la caja pública de par en par si hace falta para frenar el capital de… Oriente Próximo. No hay para pagar bien a los médicos, pero para esta lucha, nos sobra. Es como una vuelta a las cruzadas, pero al revés. En este caso, financiera­s. Igual después de esto el Gobierno pide que las empresas españolas con grandes inversione­s en el extranjero replieguen velas. Como un neopaletis­mo económico: la descoloniz­ación empresaria­l. No he visto tanta preocupaci­ón, ni urgencia, en frenar, por ejemplo, el aumento de los velos en las escuelas. Debe ser que no las consideran estratégic­as. Luego que si el respeto por las otras culturas y la Alianza de Civilizaci­ones. Sí, pero a la carta.

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