EL SEGUNDO AÑO DE LA ERA TRUMP COMIENZA CON LA MITAD DEL GOBIERNO CERRADO
La falta de acuerdo con los demócratas por el muro con México y la inmigración lleva a la parálisis parcial de la Administración
« Los demócratas querían darme un bonito regalo de cumpleaños», escribió ayer por la mañana con sorna Donald Trump en Twitter. EE.UU. amanecía con un cierre de Gobierno después de que los legisladores republicanos y demócratas del Congreso se mostraran incapaces de llegar a un acuerdo de gasto, el mismo día en el que el presidente de EE.UU. cumplía un año en la Casa Blanca. El regalo llega envenenado para todas las partes, que ayer cruzaban acusaciones sobre quién es responsable del cierre, que dejará a buena parte de las oficinas federales cerradas y suspenderá el pago de los funcionarios. Entre otros, el millón de militares en activo. Hay opiniones para todos los gustos sobre quién es el culpable de una situación vergonzante para la primera potencia mundial; lo que es innegable es que hay riesgos políticos para todas las partes.
El cierre se produjo tras una maratón de negociaciones durante el viernes, que acabó en la madrugada de ayer sin acuerdo. La propuesta de gasto fue aprobada el jueves por la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, y pretendía extender el plazo para un acuerdo presupuestario más amplio durante unas semanas. En el Senado, donde la mayoría republicana es mucho más exigua, no hubo entendimiento. El principal obstáculo es la regulación sobre inmigración. Trump anunció el año pasado que acabaría con DACA, un sistema que regulariza a cientos de miles de inmigrantes ilegales que llegaron a EE.UU. como niños y los demócratas se niegan a dar su brazo a torcer sobre gasto si no hay una solución para los «dreamers», como se denomina a esos jóvenes inmigrantes..
Se vio la luz al final del túnel cuando Trump llamó al líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, neoyorquino, como él, para una reunión en el Despacho Oval. Entre hamburguesas, acercaron posiciones. Schumer se mostró dispuesto a incluir la financiación del muro con México –la promesa electoral de Trump con mayor simbolismo– si se encontraba una solución para los «dreamers», algo que el presidente había deslizado como una opción en las últimas semanas.
Un daño repartido
El optimismo de Schumer tras abandonar la Casa Blanca duró poco. Una llamada del jefe de Gabinete de Trump, John Kelly, le informó de que el acuerdo sería demasiado laxo con los inmigrantes. La interpretación es que permitir la regularización de los «dreamers» va contra todos los postulados que ha defendido Trump desde la campaña y es una cesión que no se puede permitir. Sobre todo, a las puertas de un año electoral en el que los republicanos se juegan conservar sus mayorías en el Congreso y que se anticipa como un plebiscito a la presidencia de Trump.
Ayer se retomaron las negociaciones para encontrar un acuerdo de mínimos para que las oficinas y agencias federales abran mañana lunes y los funcionarios no tengan problemas para recibir su sueldo. Sea cual sea el resultado, el episodio puede tener consecuencias políticas para ambos partidos y para el presidente. Quienes corren más riesgos en este caso son los demócratas, que tienen un relato más difícil. Lo dejó claro Trump por Twitter: «Los demócratas están mucho más preocupados por los inmigrantes ilegales que por nuestro gran ejército o por la seguridad en la peligrosa frontera Sur». Antes, su secretaria de Prensa, Sarah Sanders, aseguró que «no negociaremos el estatus de inmigrantes ilegales mientras que los demócratas mantengan a nuestros ciudadanos como rehenes de sus demandas insensatas». No hay que olvidar que
Ejército sin soldada El desacuerdo provocó el cierre de las oficinas federales y dejó sin paga a un millón de militares
diez senadores demócratas se juegan su reelección en estados donde Trump ganó en 2016, incluyendo algunos –como Indiana, Misuri, Dakota del Norte o Virginia Occidental– donde la defensa de los inmigrantes no cala mucho.
Schumer apuntó como culpable a Trump, buscando incidir en la sensación de caos y de incapacidad que ha marcado al trumpismo. «Los republicanos controlan la Casa Blanca, el Senado y la Cámara de Representantes», insistió el líder demócrata para mostrar la disfuncionalidad de sus adversarios.