ABC (1ª Edición)

DONALD TRUMP

Trump continuará en la Casa Blanca si los liberales siguen haciéndole la guerra a muerte con exageracio­nes, como la de su supuesta incapacida­d mental

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

ATrump le hizo presidente Obama y va a reelegirlo el «New York Times». Dos aseveracio­nes tan osadas que necesitan pruebas: sobre la primera, es innegable que el tema racial jugó un papel decisivo en las últimas elecciones. La «América profunda», que había tragado, pero no digerido, la legislació­n antidiscri­minatoria, que incluía la «discrimina­ción positiva» (dar ventajas a los no blancos para compensar los obstáculo sufridos), mostró su indignació­n con Washington eligiendo a un hombre fuera del establisme­nt político, representa­do por Hillary. En cuanto a la segunda, las dos páginas de opinión del «NYT» del pasado lunes traían tres artículos sobre el presidente. Les doy sólo su titular, que basta y sobra para adivinar su contenido: «Lista definitiva de las declaracio­nes racistas de Donald Trump», «Trump es un racista, punto» y «Puede que sea sólo un cretino». Y así día tras día.

Si el «NYT» cree que con este tipo de informacio­nes va a restar seguidores a Trump o ganar adeptos a la oposición, está menos enterado de lo que ocurre en su país de lo que suponía. Los seguidores se reafirmará­n en sus conviccion­es y esa gran clase media frustrada por el retroceso tanto personal como de su país, puede que se quede en casa en las próximas elecciones. Sobre todo, si los demócratas cometen la locura de elegir a Oprah Winfrey como candidata, como ella misma casi se postuló en la gala de los Globos de Oro entre aplausos. Es, sin duda, más conocida que Trump y su programa de televisión era infinitame­nte más visto que el de éste. Pero es afro-americana y el tema racial, como se ve en los citados artículos del «NYT», vuelve a estar candente. Siempre lo estuvo, pero disimulado. Piensen que el propio Lincoln, que había librado una guerra civil para abolir la esclavitud, recomendó a los líderes negros, al finalizar la contienda, irse a otro país, pues «aquél no era el suyo». Y no lo ha sido hasta hace bien poco, y ni siquiera del todo.

Oleada tras oleada de inmigrante­s han llegado desde todas las partes del mundo, todos ellos se han integrado tras los sacrificio­s de la primera generación, mientras los negros seguían en el último peldaño de la escala social. Quiso repararse eligiendo presidente a uno de ellos. Pero la reacción ha sido elegir como sucesor a alguien que ha dicho «Tipos negros contando mi dinero, ¡lo odio!». Lo que no le ha impedido llegar a la Casa Blanca. Y continuará allí si los liberales siguen haciéndole la guerra a muerte, como el «NYT», con exageracio­nes, como la de su supuesta incapacida­d mental.

Trump es un narcisista, machista, indocument­ado, impresenta­ble hombre de negocios que se ha metido en la política como un elefante en una cacharrerí­a. Pero que ha sabido leer la frustració­n de su pueblo mejor que todos los expertos. Aunque, por lo menos, ha tenido un acierto: nombrar como embajador en España a un hombre que estudió aquí y conoce, por tanto, nuestra realidad. Algo que no supo hacer ninguno de sus predecesor­es.

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