DONALD TRUMP
Trump continuará en la Casa Blanca si los liberales siguen haciéndole la guerra a muerte con exageraciones, como la de su supuesta incapacidad mental
ATrump le hizo presidente Obama y va a reelegirlo el «New York Times». Dos aseveraciones tan osadas que necesitan pruebas: sobre la primera, es innegable que el tema racial jugó un papel decisivo en las últimas elecciones. La «América profunda», que había tragado, pero no digerido, la legislación antidiscriminatoria, que incluía la «discriminación positiva» (dar ventajas a los no blancos para compensar los obstáculo sufridos), mostró su indignación con Washington eligiendo a un hombre fuera del establisment político, representado por Hillary. En cuanto a la segunda, las dos páginas de opinión del «NYT» del pasado lunes traían tres artículos sobre el presidente. Les doy sólo su titular, que basta y sobra para adivinar su contenido: «Lista definitiva de las declaraciones racistas de Donald Trump», «Trump es un racista, punto» y «Puede que sea sólo un cretino». Y así día tras día.
Si el «NYT» cree que con este tipo de informaciones va a restar seguidores a Trump o ganar adeptos a la oposición, está menos enterado de lo que ocurre en su país de lo que suponía. Los seguidores se reafirmarán en sus convicciones y esa gran clase media frustrada por el retroceso tanto personal como de su país, puede que se quede en casa en las próximas elecciones. Sobre todo, si los demócratas cometen la locura de elegir a Oprah Winfrey como candidata, como ella misma casi se postuló en la gala de los Globos de Oro entre aplausos. Es, sin duda, más conocida que Trump y su programa de televisión era infinitamente más visto que el de éste. Pero es afro-americana y el tema racial, como se ve en los citados artículos del «NYT», vuelve a estar candente. Siempre lo estuvo, pero disimulado. Piensen que el propio Lincoln, que había librado una guerra civil para abolir la esclavitud, recomendó a los líderes negros, al finalizar la contienda, irse a otro país, pues «aquél no era el suyo». Y no lo ha sido hasta hace bien poco, y ni siquiera del todo.
Oleada tras oleada de inmigrantes han llegado desde todas las partes del mundo, todos ellos se han integrado tras los sacrificios de la primera generación, mientras los negros seguían en el último peldaño de la escala social. Quiso repararse eligiendo presidente a uno de ellos. Pero la reacción ha sido elegir como sucesor a alguien que ha dicho «Tipos negros contando mi dinero, ¡lo odio!». Lo que no le ha impedido llegar a la Casa Blanca. Y continuará allí si los liberales siguen haciéndole la guerra a muerte, como el «NYT», con exageraciones, como la de su supuesta incapacidad mental.
Trump es un narcisista, machista, indocumentado, impresentable hombre de negocios que se ha metido en la política como un elefante en una cacharrería. Pero que ha sabido leer la frustración de su pueblo mejor que todos los expertos. Aunque, por lo menos, ha tenido un acierto: nombrar como embajador en España a un hombre que estudió aquí y conoce, por tanto, nuestra realidad. Algo que no supo hacer ninguno de sus predecesores.