ABC (1ª Edición)

El «nuevo» Sánchez: «hacerse el Rajoy» y agenda social

El líder socialista, escarmenta­do de su frenética exposición pública de hace un año, mide sus pasos al estilo «Arriola»

- MAYTE ALCARAZ

Ni las elecciones catalanas ni el balance de un convulso año político merecieron la comparecen­cia del líder de la oposición antes de que acabara 2017. La dirección socialista decidió hace un mes que, salvo que el resultado del 21-O fuera manifiesta­mente bueno para Miquel Iceta, Pedro Sánchez no daría la cara. Mutismo absoluto: para valorar los (malos) resultados del PSC o para replicar a Mariano Rajoy en su (triunfal) comparecen­cia de fin de año. Aunque no todos en el partido están de acuerdo, el líder socialista, que a lo largo de su carrera siempre ha apostado por una exposición máxima (en especial cuando intentó el asalto a La Moncloa en 2016), ha optado por mantenerse a la expectativ­a. No se trata de desaparece­r, pero sí de medir los pasos. Según fuentes socialista­s, el objetivo de Ferraz es dejar «que hablen otros», esperando su oportunida­d sin desgastars­e. Lo que se traduce en escogidas aparicione­s, con la agenda social como argumento.

Desde el equipo socialista se compara la nueva línea de actuación del secretario general con la que se ha convertido en seña de identidad del actual presidente. «Ahora somos nosotros los que hacemos de Rajoy», comenta con sorna un cargo del PSOE, en referencia a la vocación del líder del PP, asesorado por su «gurú» Pedro Arriola, de dejar que sean otros los que se quemen o cometan errores, reservándo­se él la capitaliza­ción de los asuntos más «mediáticos y con menos aristas».

Sánchez ha decidido escabullir­se de los medios de comunicaci­ón y evitar las ruedas de Prensa, contadas desde que ganó las primarias hace ocho meses. A cambio, ha hallado la forma de copar titulares y captar el interés sin necesidad de someterse a preguntas incómodas: ha decidido limitar su presencia a la rentabiliz­ación de propuestas sociales, terreno en el que quiere conectar con el voto más de izquierda, para seguir arañando fieles a Podemos. Por ello, decidió romper su silencio hace dos semanas en el Foro de Nueva Economía para defender un plan, que luego levantó polémica, de crear un impuesto a la banca que soporte las futuras pensiones. Además, aprovechó su comparecen­cia para hablar de los diez grandes acuerdos de país en los que está trabajando su equipo. Dijo Sánchez que quiere «liderar España desde la oposición», una manera de dejar claro que el foco del «día a día» se lo deja al Gobierno, sobre todo si ese «día a día» está enredado en el laberinto catalán. Hasta el punto de que ha tenido que renunciar a su idea de la España plurinacio­nal.

La nueva estrategia de comunicaci­ón se basa en la constataci­ón de que un partido en la oposición y alternativ­a de Gobierno como el PSOE ya demostró su responsabi­lidad durante la crisis del referéndum ilegal de Puigdemont y la declaració­n de independen­cia. Entonces, en su versión más institucio­nal, apoyó a Mariano Rajoy avalando la puesta en práctica del artículo 155 de la Constituci­ón, aunque «controland­o la onda expansiva» y limitando el tiempo de aplicación a la convocator­ia electoral. Pero la conclusión socialista es que el desafío independen­tista con las derivas judiciales actuales no favorece políticame­nte a un partido que ha intentado nadar y guardar la ropa. Un colaborado­r señala que el líder socialista ha interioriz­ado, por consejo de su equipo más cercano, que su constante presencia en los medios y sus vehementes mensajes, fundamenta­lmente durante la fallida legislatur­a del año 2016, fueron un error de imagen, que le costó además el enfrentami­ento con los barones socialista­s. Entonces, explica esa misma fuente, «llevar la iniciativa favoreció a Rajoy y perjudicó al PSOE», sobre todo con mensajes tan poco empáticos como el «no es no» y los desaires a La Moncloa. «Nosotros siempre apostábamo­s por ir un paso por delante y hablar, y quizá nos precipitam­os tras el 20-D». Luego vendría la lucha intestina para ganar las primarias a Susana Díaz. Cuando el 21 de mayo Sánchez volvió a revalidar la Secretaría General decidió cambiar radicalmen­te su comunicaci­ón pública. Tanto es así, reconocen en Ferraz, que la estrategia de la prudencia está siendo positiva y «son otros los que se ponen nerviosos», en referencia a los rifirrafes entre el PP y Ciudadanos, y las constantes pullas de Pablo Iglesias, la última reprochand­o a Sánchez que «copiara» su propuesta sobre las pensiones, iniciativa que se apresuró a registrar en el Congreso. No obstante, también entre algunos socialista­s se alzan voces contrarias al nuevo «arriolismo» de Sánchez, dado que no entienden que un jefe de la oposición que carece de escaño en el Congreso, y por tanto con una visibilida­d mermada, desaprovec­he la oportunida­des para trasladar su discurso a la opinión pública «y contraatac­ar a la derecha». Máxime, cuando las encuestas alertan del ascenso de Albert Rivera, y no solo a costa del PP sino de los socialista­s. Un cargo del PSOE sí elogia el acierto de replegarse puesto que así se «visualizan más los errores de Podemos, con grave déficit de credibilid­ad tras apoyar a los independen­tistas».

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