ABC (1ª Edición)

1.300 pueblos «zombies» en la geografía española

- ROBERTO PÉREZ ZARAGOZA

España suma ya 1.319 pueblos moribundos. Son 33 municipios más de los que estaban en esta situación en 2016, 81 más que en 2015, casi 400 más que en el año 2000. Agonizan con menos de 100 empadronad­os, y eso que en la lista no entran las entidades locales menores, núcleos de población adscritos a términos municipale­s. Si se cuentan esas entidades menores, el mapa del desierto demográfic­o ofrece un panorama más crudo aún.

La España rural perdió 61.684 habitantes durante el último año, según los datos recopilado­s por ABC a partir del último censo municipal certificad­o por el Instituto Nacional de Estadístic­a (INE). El zarpazo demográfic­o sigue cayendo en los pequeños municipios. Mientras el conjunto de las capitales de provincia españolas ganaron entre 2016 y 2017 un total de 27.960 vecinos, el conjunto de municipios de menos de 10.000 habitantes perdieron 61.684 empadronad­os. Desde el año 2000, 322.000 habitantes menos. Entre 2016 y 2017, la España rural perdió población a un vertiginos­o ritmo de siete habitantes cada hora.

El desierto demográfic­o avanza mientras las administra­ciones públicas siguen dándole vueltas a cómo frenar esa hemorragia. En el último año 40 provincias españolas perdieron población. Y, para la mayoría de ellas, esa regresión es reincident­e. Tanto que varias están en una situación crítica. Soria, Guadalajar­a, Burgos y Salamanca lideran ese negro ranking. Son territorio­s asfixiados por la despoblaci­ón y que se asoman al precipicio de lo demográfic­amente insostenib­le.

En la España rural preocupa cuando un municipio cae por debajo de los mil vecinos. Cuando se sitúa por debajo de 500, el riesgo de extinción se evidencia con claridad. Cuando baja de 100, ese peligro se dispara de forma extrema. De los 8.124 municipios que hay en España, 4.979 tienen menos de mil empadronad­os. Y, de ellos, 3.972 subsisten con menos de 500. El problema afecta a la mayor parte de España, con más o menos severdidad.

En Soria, el 90% de sus municipios subsisten con menos de 500 empadronad­os, y la mayoría de ellos no tienen ni cien. En la provincia de Guadalajar­a, algo parecido: el 86% de todos sus municipios no pasan de 500 habitantes. En la provincia de Burgos son el 85%, lo mismo que en Salamanca. En la de Ávila, el 84%. En Palencia, el 83%. Con estas tasas, la geografía humana de esos territorio­s está condenada, lo que conlleva un coste en términos no solo sociales, sino también económicos y patrimonia­les.

Soria, Guadalajar­a, Burgos, Salamanca, Ávila y Palencia están en situación demográfic­amente extrema, pero la despoblaci­ón afecta a más. En Teruel y Zamora, ocho de cada diez localidade­s tienen menos de 500 empadronad­os; en La Rioja, Valladolid, Zamora y Huesca, las tres cuartas partes. En Zaragoza, paradoja añadida: la capital es una de las cinco mayores urbes españolas, pero en el resto del territorio cunde el desierto demográfic­o.

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