El Papa pide en Perú que se luche contra «la plaga del feminicidio»
Visitó Trujillo para ver a los damnificados de las inundaciones causadas por El Niño
Después de haber dedicado sus primeros encuentros del viernes a los indígenas y pobladores de la selva amazónica oriental peruana, el Papa Francisco viajó ayer a la ciudad norteña de Trujillo, de ochocientos mil habitantes, golpeada severamente por las inundaciones del fenómeno El Niño. La misa, con más de un cuarto de millón de personas en su mayoría de condición modesta, a la orilla del mar fue un momento inolvidable.
El lugar evocaba escenas del Evangelio, y Francisco les dijo que los primeros discípulos de Jesús «igual que muchos de ustedes, se ganaban la vida con la pesca, algunos saliendo al mar en los "caballitos de totora"», las ancestrales piraguas de juncos de la vecina laguna, algunas de las cuales adornaban el altar.
Derecho a la esperanza
Siguiendo la comparación, añadió que así como los primeros apóstoles capeaban tempestades, «a ustedes les tocó enfrentar el duro golpe de El Niño costero, cuyas consecuencias dolorosas están presentes en tantas familias, especialmente las que todavía no pueden reconstruir sus hogares. Por eso quise estar aquí con ustedes».
Al terminar la misa, el Papa se fue a visitar el barrio de Buenos Aires, destrozado por la crecida del mar, las inundaciones y las oleadas de fango provocadas por lluvias torrenciales. Decenas de miles de personas le dieron la bienvenida por las calles de ese barrio y por toda la ciudad, cuyo nombre es un homenaje a Francisco Pizarro. Se diría que Trujillo encarnaba una frase de Francisco durante la misa: «El alma de una comunidad se mide en cómo logra unirse para afrontar los momentos difíciles, de adversidad, para mantener viva la esperanza». Dirigiéndose a un país que sufre corrupción gubernamental y privada, criminalidad organizada, y eventos climáticos devastadores, añadió con mucha fuerza: «¡Los peruanos, en este momento, no tienen derecho a dejarse robar la esperanza!». Por todo Trujillo, la gente se agolpaba en sus calles soleadas que le valen el nombre de «la ciudad de la eterna primavera». Es una ciudad pobre, pero con mucho corazón, devoción popular y folclore, que se veía a cada paso.
Francisco mantuvo también una reunión con sacerdotes, religiosos y seminaristas, pero reservaba su mensaje más fuerte para el encuentro final con la gente, la celebración mariana en el santuario de la Virgen de la Puerta.
Su objetivo era urgir «a luchar contra una plaga que afecta a nuestro continente americano: los numerosos casos de feminicidio. Y son muchas las situaciones de violencia que quedan silenciadas detrás de tantas paredes». Son inaceptables, y les exhortó a «luchar contra esta fuente de sufrimiento pidiendo que se promueva una legislación y una cultura de repudio a toda forma de violencia».
VIOLENCIA «Son muchas las situaciones que quedan silenciadas tras la pared»