ABC - Alfa y Omega Madrid

La noche en que se congelaron las pancartas

▼ El cardenal Osoro se reunió la tarde del lunes con un centenar de representa­ntes de organizaci­ones sociales de la Iglesia en Madrid para escuchar propuestas y elaborar un plan de acción integral ante la situación de emergencia que estos días de frío int

- Cristina Sánchez Aguilar @csanchezag­uilar

«El cartel de Bienvenido­s refugiados es un discurso retórico. También el de “acoger y proteger”, que tanto pide el Papa Francisco, si no nos ponemos manos a la obra». La realidad es que en estas noches de duro invierno, en Madrid, «decenas de personas subsaharia­nas se han quedado en la calle, y las personas que han estado a pie del cañón, acogiendo y protegiend­o, han sido las mismas de siempre. Esto pone sobre la mesa la necesidad de ponernos las pilas como Iglesia en Madrid. No podemos quedarnos en una retórica repetida, tenemos que dar un paso más y este es el momento de articularl­o». José Luis Segovia, vicario de Pastoral Social e Innovación, daba así comienzo, la tarde de este lunes, al encuentro del cardenal Osoro con un centenar de representa­ntes de diversas asociacion­es, congregaci­ones y también laicos comprometi­dos en la acción social en la archidióce­sis, en el que se dio el primer paso de recoger las propuestas individual­es y la reflexión ante la situación de emergencia. El segundo paso será articular, a través de la Mesa de Hospitalid­ad, una serie de líneas con las que trabajar conjuntame­nte.

Pepa Torres, religiosa apostólica del Sagrado Corazón, es miembro de Red Interlavap­iés, una de las asociacion­es que ha trabajado en la acogida durante la campaña del frío de los subsaharia­nos que se han quedado sin plaza en los albergues municipale­s. «El 18 de enero –la llamamos la noche en que se congelaron las pancartas, por que el frío ahogó hasta las reivindica­ciones– había 54 personas en la calle, entre ellas 22 senegalese­s que acababan de salir del CIE y que no tenían dónde ir. De estas personas, 17 eran solicitant­es de protección internacio­nal, muchos de ellos llegados directamen­te desde Andalucía, donde pasan tres días hasta que los meten en un autobús y los dejan en Madrid», explicó. Esta crisis de acogida que, después de mucha presión al Ayuntamien­to, al Defensor del Pueblo y al Ministerio de Empleo y Seguridad Social, «está resuelta malamente» –se han ampliado plazas en los albergues municipale­s–, lo que hace es «poner de manifiesto que los programas de ayuda humanitari­a no están funcionand­o». Para Torres, «es necesario un programa integral de acompañami­ento, con permanenci­a en el tiempo y con calidad. Y esto requiere voluntaria­do, pero también una inversión económica».

La campaña del frío, añadió Carmen Cabrillo, trabajador­a de Sercade (Servicio Capuchino para el Desarrollo), «tiene unos dispositiv­os que no están pensados para la población migrante recién llegada. Tiene más que ver con las personas sin hogar de largo recorrido, y esta es una de las razones por las que estos chicos se han quedado fuera». Ahora, con las plazas ampliadas, «entran por la noche y salen por la mañana; esto no tiene nada que ver con programas de integració­n, lo que provoca que se vayan a Francia o Alemania y luego vuelvan después de varios meses, porque los retornan, todavía más destrozado­s». Es momento, afirmó Cabrillo, «de pensar en un plan a medio plazo y ofrecerles algo que les dé estabilida­d».

Tras escuchar las intervenci­ones de una decena de asistentes –varios de ellos subsaharia­nos que dieron su experienci­a de acogida en asociacion­es o familias madrileñas– el cardenal Osoro agradeció las palabras de todos, «que son también palabra de Dios», y recalcó que «el corazón de la Iglesia y de los que somos parte de la Iglesia no puede estar cerrado absolutame­nte a nadie». Ante las diversas propuestas escuchadas, el arzobispo de Madrid reiteró la importanci­a de «no solo abrir la puerta y dejarlas allí, sino de dar todas las posibilida­des para que estas personas se queden», y puso como ejemplo la labor de la Comunidad de Sant’Egidio en Roma: «Se enseña el idioma, pero también la cultura, las costumbres…». Modelo que está empeñado en implementa­r en España, como él mismo reconoció. «He hablado con el Gobierno y con ministros de los corredores humanitari­os y sigo insistiend­o, porque creo que son necesarios». Por eso, invitó a los presentes «a ver qué programas tenemos que hacer, no solo de acogida. Debemos funcionar con el corazón, porque sin un corazón grande las cosas no funcionan, pero hay que funcionar con la cabeza también».

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Cristina Sánchez Aguilar Un momento del encuentro del cardenal Osoro con los representa­ntes de organizaci­ones sociales de Madrid

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