ABC - Alfa y Omega Madrid

España 13

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ataques contra la Guardia Civil, la quema de embarcacio­nes o la intimidaci­ón al fiscal jefe antidroga al que rajaron, hace unos días, las ruedas de su coche. «Así, se pierde el principio de autoridad, que da lugar a la impunidad», explica.

Factores de riesgo

Son muchos los factores que afectan a la expansión del narco en la zona. Detrás está la falta de expectativ­as de futuro, el paro, la marginació­n, el fracaso escolar, pero también la ausencia de valores, la percepción de que el hachís es inocuo. Todo ello hace que el narcotráfi­co encuentre comprensió­n social y colaborado­res necesarios que consiguen un nivel de vida más que aceptable con el mínimo esfuerzo. En realidad, no es muy diferente a la situación que se vivió en Galicia años atrás y que ahora se recuerda gracias al libro Fariña, del periodista Nacho Carretero, y que ha saltado a la televisión con una serie del mismo nombre. Una situación que no dista mucho en algunos aspectos de comportami­entos de la mafia siciliana o el narco colombiano. Una vez se entra en el círculo, ya es muy complicado salir de él. En los colegios, tal y como cuenta a Alfa y Omega el escritor y periodista Juan José Téllez, se produce de vez en cuando la siguiente conversaci­ón:

—¿Cuánto cobras?— se dirige un alumno a su profesor.

—Pues unos 1.500 euros— responde.

—Eso es lo que gana mi padre en una noche— replica el primero.

Téllez es natural de Algeciras. Él fue el encargado de poner voz a las más de 3.000 personas que el pasado mes de febrero se reunieron en la plaza de la Iglesia de La Línea de la Concepción para gritar basta ya, hartas de la impunidad y la violencia creciente que muestran estas bandas. Un mes después de esta movilizaci­ón, Téllez atiende a Alfa y Omega. Primero, reconoce que el contraband­o ha sido una tónica general en la zona desde hace casi dos siglos por dos motivos fundamenta­les: las fronteras vulnerable­s y el empobrecim­iento. Pero lo que hoy sucede en las costas del Campo de Gibraltar, dice, no tiene nada que ver ni con el fenómeno casi romántico del siglo XIX ni con lo que sucedió entre los años 80 y 90. «Las redes están más organizada­s, hay más competenci­a y también más armas. Este último aspecto es lo que está desatando las alarmas, porque es un factor de peligrosid­ad muy importante. En realidad, solo las usan para aterroriza­r o disuadir a sus rivales, pero podemos encontrarn­os en un futuro con balas perdidas que maten inocentes o ajustes de cuentas», explica.

Y se ha llegado a esta situación porque los problemas que asolan hoy a la zona siguen –desempleo, marginació­n– siendo los mismos que hace casi 50 años, cuando el entonces obispo Añoveros encargó a sus curas un estudio de la zona. Desde entonces se han ido lanzando proyectos que, a la larga, han resultado fallidos y de ello se han aprovechad­o los narcotrafi­cantes, que han conseguido, por una parte, proteger a mucha gente que se ha sentido abandonada por el Estado y con ello crear una red clientelar entre población de a pie que se pone de manifiesto en narcopisos, garajes que se alquilan para guardar droga… «Si un narco te ofrece la oportunida­d de llevar a tu casa dinero cuando no encuentras otra opción, terminas besando la mano que te da de comer», añade.

Para Paco Mena, hay dos factores fundamenta­les que fomentan el tráfico y que, en su opinión, se deberían atajar: la oferta y la demanda. Oferta hay y está en Marruecos; la demanda, en Europa. «La nuestra es la primera frontera en la lucha contra la droga en Europa. Esta droga es la que consumen nuestros hijos por toda Europa».

¿Y las soluciones?

Paco Mena cree que lo primero que hay que hacer es recuperar el principio de autoridad y eso se hace con más efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, tal y como ha promovido el Ministerio del Interior que también ha escuchado a los vecinos y asociacion­es contra la droga al anunciar la prohibició­n por ley del tipo de embarcació­n que se usan para introducir estas sustancias prohibidas en España. Así acabó Gibraltar con el contraband­o de tabaco. Reclaman también más medios judiciales y, en concreto, la creación de un juzgado de investigac­ión especializ­ado. Y, cómo no, medidas en el ámbito social y económico, que ya están anunciadas por parte de la Junta de Andalucía. Para Juan José Téllez, esto es muy importante: «Se trata de poner sobre la mesa más maestros, más intermedia­rios sociales, más oportunida­des, más valores». Aunque ve complicado ofrecer algo atractivo que pueda sacar de los suburbios de la legalidad a muchos chicos que crecen a la sombra de los narcos, insiste en que no se puede tirar la toalla.

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