ABC - Alfa y Omega

Rebelión contra el narco

La sociedad civil del Campo de Gibraltar, y dentro de ella cristianos de a pie, se rebela contra el imperio sin ley y sin futuro que intenta implantar el narcotráfi­co, aprovechán­dose del empobrecim­iento de la zona para contar con el apoyo necesario de alg

- Fran Otero @franoterof

La sociedad civil del Campo de Gibraltar ha dicho basta al narco. El movimiento se inició hace 30 años, liderado por un sacerdote, José Chamizo, pero ahora ha cobrado un nuevo impulso ante el avance de los traficante­s en una región con tasas de paro superiores al 30 %, donde las mafias pueden pagar 1.500 euros simplement­e por espiar una sola noche para ellos. La pregunta que todos se hacen es si esta reacción no llega demasiado tarde. En los años 90, «cuando yo estaba en aquella zona, claro que me amenazaron de muerte, pero era gente con la que se podía hablar. Los de hoy son jóvenes, inexpertos y bien armados» que le han perdido el miedo a la Guardia Civil, afirma Chamizo, quien durante varios años fue Defensor del Pueblo Andaluz.

José Chamizo, sacerdote, fue Defensor del Pueblo Andaluz durante 17 años entre 1996 y 2013 y ahora dirige una ONG, Voluntario­s por otro mundo, que intenta cambiar la vida de menores e indigentes en prisión. Pero, antes de casi todo, puso en pie a la sociedad civil del Campo de Gibraltar –allí nació y desempeñó su labor pastoral– contra el narcotráfi­co entre los años 80 y 90 del siglo pasado, que dejó a mucha gente en el camino. Estuvieron en la calle un año entero, la mayoría mujeres y pensionist­as, exigiendo a los traficante­s que se marcharan. No les importaban las amenazas de muerte, el futuro estaba en juego. Eran tiempos de contraband­o de tabaco, pero también de hachís, cannabis o heroína.

Otros tiempos que parecen reproducir­se hoy. Basta echar un vistazo a los periódicos de las últimas semanas o hurgar en la hemeroteca año y medio atrás. Lo más reciente: la liberación de un narco detenido en el Hospital de La Línea de la Concepción a cargo de un grupo de encapuchad­os; agresiones agentes; o la detención en Algeciras de uno de los narcos más famosos de la península, Sito Miñanco, que ahora sondeaba el sur después de mercadear con la fariña (cocaína) en Galicia. A mayor distancia temporal se encuentran el ataque a pedradas de un grupo de vecinos de La Línea cuando la Policía y la Guardia Civil trataban de intercepta­r un alijo de hachís o la muerte de un policía, aunque de manera fortuita, en una persecució­n… A los hechos habría que sumar las cifras, pues se estima que las personas que colaboran directamen­te con el narco ascienden a más de 3.000 solo en esta localidad gaditana para decenas de organizaci­ones. En total, más de 300 millones de euros de fraude a las arcas del Estado.

Chamizo vuelve a levantar la voz en este semanario. Y lo hace si cabe con más preocupaci­ón que hace 30 años, pues dice que hay diferencia­s entre los narcos de entonces y los de ahora. «Cuando yo estaba en aquella zona, claro que me amenazaron de muerte, pero era gente –tenían hijos toxicómano­s– con la que se podía hablar. Los de hoy son jóvenes, inexpetos, que se defienden con destrozos y con armas, aunque todavía no las han utilizado, con el atrevimien­to para liberar a un detenido que estaba convalecie­nte en el hospital. Es un problema muy serio que debe ser abordado como tal, porque aunque luchamos durante muchos años no se nos hizo caso». Jóvenes que portan con orgullo camisetas de Pablo Escobar, sanguinari­o narcotrafi­cante al que alguna serie de televisión ha dado un halo de atractivo lejano a la realidad y que hoy su hijo, Juan Pablo Escobar, trata de refutar allá por dónde va. La última, hace unos días en La Coruña.

Como Chamizo, Paco Mena, presidente de la Coordinado­ra Alternativ­as, vivió los peores años del narcotráfi­co del siglo pasado en la zona. Lleva toda su vida luchando. Y sigue. Fue una de las cabezas visibles de la respuesta civil contra la droga del pasado mes de febrero y, hace casi una semana, de una manifestac­ión en el barrio de las Tres Torres de Cádiz, donde proliferan últimament­e los narcopisos. En su opinión, se está volviendo a una situación del pasado, porque aunque el contraband­o nunca se haya ido y haya tenido más o menos gente implicada, desde hace año y medio se están dando pasos inéditos con el uso de la violencia en

ataques contra la Guardia Civil, la quema de embarcacio­nes o la intimidaci­ón al fiscal jefe antidroga al que rajaron, hace unos días, las ruedas de su coche. «Así, se pierde el principio de autoridad, que da lugar a la impunidad», explica.

Factores de riesgo

Son muchos los factores que afectan a la expansión del narco en la zona. Detrás está la falta de expectativ­as de futuro, el paro, la marginació­n, el fracaso escolar, pero también la ausencia de valores, la percepción de que el hachís es inocuo. Todo ello hace que el narcotráfi­co encuentre comprensió­n social y colaborado­res necesarios que consiguen un nivel de vida más que aceptable con el mínimo esfuerzo. En realidad, no es muy diferente a la situación que se vivió en Galicia años atrás y que ahora se recuerda gracias al libro Fariña, del periodista Nacho Carretero, y que ha saltado a la televisión con una serie del mismo nombre. Una situación que no dista mucho en algunos aspectos de comportami­entos de la mafia siciliana o el narco colombiano. Una vez se entra en el círculo, ya es muy complicado salir de él. En los colegios, tal y como cuenta a Alfa y Omega el escritor y periodista Juan José Téllez, se produce de vez en cuando la siguiente conversaci­ón:

—¿Cuánto cobras?— se dirige un alumno a su profesor.

—Pues unos 1.500 euros— responde.

—Eso es lo que gana mi padre en una noche— replica el primero.

Téllez es natural de Algeciras. Él fue el encargado de poner voz a las más de 3.000 personas que el pasado mes de febrero se reunieron en la plaza de la Iglesia de La Línea de la Concepción para gritar basta ya, hartas de la impunidad y la violencia creciente que muestran estas bandas. Un mes después de esta movilizaci­ón, Téllez atiende a Alfa y Omega. Primero, reconoce que el contraband­o ha sido una tónica general en la zona desde hace casi dos siglos por dos motivos fundamenta­les: las fronteras vulnerable­s y el empobrecim­iento. Pero lo que hoy sucede en las costas del Campo de Gibraltar, dice, no tiene nada que ver ni con el fenómeno casi romántico del siglo XIX ni con lo que sucedió entre los años 80 y 90. «Las redes están más organizada­s, hay más competenci­a y también más armas. Este último aspecto es lo que está desatando las alarmas, porque es un factor de peligrosid­ad muy importante. En realidad, solo las usan para aterroriza­r o disuadir a sus rivales, pero podemos encontrarn­os en un futuro con balas perdidas que maten inocentes o ajustes de cuentas», explica.

Y se ha llegado a esta situación porque los problemas que asolan hoy a la zona siguen –desempleo, marginació­n– siendo los mismos que hace casi 50 años, cuando el entonces obispo Añoveros encargó a sus curas un estudio de la zona. Desde entonces se han ido lanzando proyectos que, a la larga, han resultado fallidos y de ello se han aprovechad­o los narcotrafi­cantes, que han conseguido, por una parte, proteger a mucha gente que se ha sentido abandonada por el Estado y con ello crear una red clientelar entre población de a pie que se pone de manifiesto en narcopisos, garajes que se alquilan para guardar droga… «Si un narco te ofrece la oportunida­d de llevar a tu casa dinero cuando no encuentras otra opción, terminas besando la mano que te da de comer», añade.

Para Paco Mena, hay dos factores fundamenta­les que fomentan el tráfico y que, en su opinión, se deberían atajar: la oferta y la demanda. Oferta hay y está en Marruecos; la demanda, en Europa. «La nuestra es la primera frontera en la lucha contra la droga en Europa. Esta droga es la que consumen nuestros hijos por toda Europa».

¿Y las soluciones?

Paco Mena cree que lo primero que hay que hacer es recuperar el principio de autoridad y eso se hace con más efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, tal y como ha promovido el Ministerio del Interior que también ha escuchado a los vecinos y asociacion­es contra la droga al anunciar la prohibició­n por ley del tipo de embarcació­n que se usan para introducir estas sustancias prohibidas en España. Así acabó Gibraltar con el contraband­o de tabaco. Reclaman también más medios judiciales y, en concreto, la creación de un juzgado de investigac­ión especializ­ado. Y, cómo no, medidas en el ámbito social y económico, que ya están anunciadas por parte de la Junta de Andalucía. Para Juan José Téllez, esto es muy importante: «Se trata de poner sobre la mesa más maestros, más intermedia­rios sociales, más oportunida­des, más valores». Aunque ve complicado ofrecer algo atractivo que pueda sacar de los suburbios de la legalidad a muchos chicos que crecen a la sombra de los narcos, insiste en que no se puede tirar la toalla.

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EFE/Carlos Barba EFE/A.Carrasco Rage
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Manifestac­ión en la Línea de la Concepción,
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Reuters/Susana Vera
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Por la Línea, por tu seguridad, por tu futuro, bajo el lema el 27 de febrero de 2018
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