La Iglesia sobre el narcotráfico
La Iglesia siempre ha mantenido una postura firme contra las drogas. Condena a los «traficantes de la muerte» y acogida a aquellas personas que por las primeras y por circunstancias especiales acabaron en la adicción. Basta echar un vistazo a la extensión del Proyecto Hombre o a las numerosas iniciativas de congregaciones religiosas en este sentido. En concreto, en la zona del Campo de Gibraltar se encuentran las Hijas de la Caridad, en cuya residencia atienden a personas con sida, la mayor parte procedentes de la droga. Allí la sociedad civil se organizó, además, para denunciar la situación y la iniciativa partió de un sacerdote, acompañado por cristianos de a pie. Atendidas las personas, los Papas y la Iglesia en general siempre han denunciado las graves consecuencias del narcotráfico, con la corrupción de políticos, Policía y sociedad en general, con la pérdida de vidas humanas… En concreto, el Papa Francisco está muy preocupado por esta cuestión y son ya varios los encuentros celebrados en el Vaticano que han abordado esta realidad –donde incluso se planteó la excomunión de los narcos–, además de sus recurrentes manifestaciones tanto desde la Sede de Pedro en el Vaticano como en sus viajes, especialmente a países golpeados más intensamente por la droga como México, su Argentina natal o Colombia. En este último país, a donde viajó hace seis meses, dijo: «Condeno con firmeza esta lacra que ha puesto fin a tantas vidas y que es mantenida y sostenida por hombres sin escrúpulos. No se puede jugar con la vida de nuestro hermano ni manipular su dignidad. Hago un llamamiento para que se busquen los modos para terminar con el narcotráfico que lo único que hace es sembrar muerte por doquier, truncando tantas esperanzas y destruyendo tantas familias». Y dio pistas del papel que debe jugar la comunidad cristiana: A nosotros, cristianos, «se nos exige generar desde abajo un cambio cultural: a la cultura de la muerte, de la violencia, responder con la cultura de la vida y del encuentro».