ABC (Andalucía)

Al Real Madrid ya le responden las piernas

∑Goleada a un Deportivo que empezó marcando. Subida en el tono general. Marcelo y Modric, recuperado­s; Bale, Nacho y Cristiano anotaron dos veces

- HUGHES MADRID

Sol en el Bernabéu. Un aviso de que la primavera no está muy lejos y hay que empezar a quemar lo que comimos en navidad. Hay que empezar a moverse, porque hasta Marcelo ha empezado. Al Madrid le volvieron a responder las piernas, volvió a correr la serotonina.

El inicio fue bueno, con Modric y Bale activos. En el público había normalidad y aplausos. A la gente no le importa mucho que se le haya regalado otra Liga al Barcelona. Pelillos a la mar. El Madrid seguía con su tendencia a jugar juntitos y por el centro. Se juega como se es aquí: todos apelotonad­os y a no significar­se. Las bandas si acaso por sorpresa y para Carvajal.

Modric y Bale eran el único pasillo iluminado del Madrid, que a eso del minuto 15 se iba desinfland­o. El Depor ya asomaba. Casemiro salvó un mano a mano a Andone, y Mosquera y Adrián llegaron un par de veces.

A Bale y a Modric se les notaba finos, pero esto no se terminaba de aprovechar o por timidez suya o por falta de organizaci­ón. Se imponía en la grada la monotonía del optimismo. En el Bernabéu se ha eliminado el silencio, tan caracterís­tico y a veces tan elocuente. Tuvo también una función futbolísti­ca. Quizá Butragueño, por ejemplo, arrancaba de ese silencio.

Esos minutos de aburrimien­to estructura­l del Madrid acabaron en el 01 de Adrián, el mejor visitante. Elegante pasividad en el Madrid.

El gol, sin embargo, despertó a los locales. Modric y Bale ya estaban, y se apuntó Marcelo. Insistía el Madrid, acuciante por fin, por la banda de un Marcelo postnavide­ño, ya olvidados el turrón y el alfajor. En una de sus entradas vio la llegada de Nacho, que remató colocado el 1-1. El 2-1 tuvo también origen en el lateral, y fue obra de Bale, de zurdazo exacto a la escuadra.

El Madrid había reaccionad­o al gol y luego tuvo otro bache. Un filósofo preguntó una vez por qué ataca un equipo de fútbol. Eso es lo más difícil. Que ataquen y no paren de atacar. Zidane no lo ha conseguido. Su Madrid lleva dos años marcando el gol necesario y luego economizan­do la gloria.

El Dépor intentó la contra y ahí se volvió a apreciar la importanci­a de Casemiro. Los jugadores rivales lo veían al fondo de sus contragolp­es como el ciclista que demarra observa el Alpe D’Huez. El efecto es desalentad­or.

En 45 minutos se había notado un alza en la cotización de algunos futbolista­s: Modric, Bale y Marcelo. Y mayor ligereza de piernas. A veces parece que el Madrid coge la forma como crece un árbol o se forma un paisaje o un punto de vista, con mucho tiempo.

La segunda parte fue cuesta abajo, sin apenas oposición de un Depor dócil que encima perdió a Mosquera. El Madrid jugó los mejores minutos en meses. Modric tuvo un rato brillante y volvieron a a correr. Bale marcó el 31 de cabeza tras un córner. Justo antes, Rubén le había parado un gol a Casemiro. Evitó malos mayores.

Marcelo se desató y la temporada se vio de otra manera: perdiendo la Liga, el Madrid había soltado lastre. Da la impresión de que necesitaba­n dejar la pesada carga psicológic­a del campeonato para empezar de cero.

Después de Modric y Marcelo vinieron los minutos estelares de Bale. Hizo una jugada excepciona­l con bicicletas y un pase perfecto en «folha seca» a Mayoral, que falló. Mayoral estuvo presionant­e, pero cuanto más se le ve correr más centrocamp­ista parece.

Se marchó por Benzema, recibido con división de opiniones, y el Madrid siguió descorchan­do botellas a costa de un Deportivo atado a la mesa de operacione­s. Modric marcó el 4-1 desde fuera del área.

Se suma Cristiano

Solo faltaba Cristiano por sumarse a la fiesta. Lo comprendió el público, que le ovacionó tras un par de fallos. Marcó el 5-1 y el 6-1, rematando dos pases desde la derecha. En el sexto se jugó además las facciones. Se fue al vestuario mirándose en un móvil el rostro ensangrent­ado. ¿Quién no lo ha utilizado como espejo alguna vez? Cristiano actualiza la furia; se puede sangrar y estar atento al desperfect­o. Lo narciso en su sino no quita lo valeroso, y puede jugarse el rostro e irse preocupado por la perfección del pómulo

No hay necesidad de impostar el macho alfa, el «a mí Sabino», de vendarse cual soldado de la 1GM e ir haciendo el ecce homo por la banda. Cristiano es un ídolo cosmético y un goleador guapo que se pone el mundo por montera.

El último fue de Nacho, sensaciona­l ayer: dos goles, un caño como extremo y un gol evitado después de ir hacia la pelota como hacia una bala.

Perdida la Liga, el Madrid volvió a sentir las piernas. Puede que la paciencia de Zidane, tan desesperan­te a veces, empiece a dar ahora sus frutos.

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