ABC (Andalucía)

LOS DESAGRADEC­IDOS

Mira que estamos empeñados en que sean mejores personas, mejor habladas y hasta más delgadas... pero hay mucho retrógrado

- POR JUAN JOSÉ BORRERO

NO se lo merecen, presidenta. Tantos desvelos para tanto desagradec­ido. Mira que estamos empeñados en que sean mejores personas, mejor habladas y hasta más delgadas... pero hay mucho retrógrado que quiere seguir siendo machista, tener la talla XXXL y hasta trabajar 37 horas y media en su puesto de trabajo. Hay que acabar con tanto indómito, porque quedan rebeldes, presidenta, y ya sabe que son muy peligrosos.

Aunque sé que le doy un disgusto, he de reconocerl­e que fuera hay gente que no entiende que nuestros funcionari­os se puedan justificar dos horas y media de trabajo cada semana apuntándos­e a un curso de meditación. Con lo que eso relaja y ayuda a olvidar lo que hemos tardado en terminar de pagarles la extra de 2012. Eso es porque no quieren que piensen mejor en cómo vamos a incentivar el consumo este febrero gracias a nuestro esfuerzo por hacerles felices.

Pero hay más. Mire lo que nos ha pasado con la campaña esa de «no seas animal», contra la violencia machista, que se nos ha quejado hasta la Asociación de Pulpos «Los Tenta-culos». Dicen que les estamos criminaliz­ando, con el trabajo que les había costado que los aceptaran como animal de compañía. Sí, presidenta, todavía hay gente que defiende los piropos. Que sepa usted que las comparsas de Cádiz insisten en cantar coplas con ese tipo de violencia machista a la mujer gaditana, que hay nostálgico­s de las ninfas y que algunas letras riman con Logroño. ¿Adónde vamos a llegar? Cualquier día una chirigota la va a criticar, presidenta. Y entonces no sé que vamos a hacer.

No hay que bajar la guardia, presidenta. Hay que insistir desde que son pequeñitos. Que no sabe usted lo que nos está costando que los niños celebren el «día del guardador», porque todavía hay niños, ajenos a que están sometidos a la sociedad sexista, que hasta llaman a sus guardadore­s «papá» y «mamá». Y es que algunos guardadore­s, en su función de «personas consumidor­as», compran dulces para dar de merendar a sus hijos y hacerlos objetores de nuestra Ley para la Promoción de una Vida Saludable. Como lo oye... Y luego está ese Pérez-Reverte, empeñado en que la Real Academia no acepte el término «monomarent­al». Así cómo vamos a avanzar en nuestra revolución.

Presidenta, les hicimos la vida tan sencilla que sólo tenían que recordar votarnos cada cuatro años... pero son tan retrógrado­s que hasta se quejan de que nos estamos metiendo en sus vidas.

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