ABC (Andalucía)

UNA NOCHE CON VALVERDE

Educar es reprimir, sin contención sólo hay barbarie

- SALVADOR SOSTRES

El viernes invité a mi casi ahijado Gerard Riera a cenar a Sushi 99 para celebrar que cumplía ocho años. También vino su hermano Roger, que en febrero cumplirá diez. La única condición de sus padres fue que los devolviera no más tarde de las once, porque en septiembre fueron admitidos en la escuela del Barça y al día siguiente jugaban muy temprano.

Estaban disfrutand­o de la cena como si nada pudiera gustarles más: el niguiri de gamba roja, el de pez mantequill­a, el de foie, el de huevo de codorniz con trufa, hasta que de repente algo les fascinó todavía más y fue que entró el entrenador Ernesto Valverde.

Se dirigió hacia donde estábamos porque su mesa era la de al lado. Me levanté y antes de que se sentara le saludé y le dije que los chicos jugaban en la Escuela, y muy amablement­e les dio las buenas noches y les estrechó la mano.

Nos sentamos para continuar cenando y con voz muy baja para que el míster no les oyera, me preguntaro­n si cuando nos marcháramo­s podría pedirle que se hiciera una foto con ellos. Con voz calculadam­ente alta, para que me oyera, les dije que si ellos me lo pedían, lo haría, pero que tuvieran en cuenta que a nadie le gusta ser molestado cuando cena con sus amigos y les puse en el dilema de si a alguien a quien tanto admiran, preferían incomodarl­e o tratarle con el debido respeto.

Lo pensaron, lo hablaron y poco a poco emergió la buena educación de sus padres. Pronto concluyero­n, sin que yo tuviera que insistir, que es barbarie molestar a quien veneras.

Cuando nos íbamos, Valverde tuvo la gentileza de levantarse para despedirse y agradecerl­es que hubieran preferido no molestarle. Roger y Gerard no tienen una foto con él pero tienen su reconocimi­ento, no podrán fardar de retrato ante sus compañeros pero para siempre habrán aprendido que la primera norma de la admiración es el respeto. Don Ernesto con su bello gesto recompensó el fundamenta­l esfuerzo civilizado con que los niños se convierten en hombres.

Educar es reprimir, sin contención sólo hay barbarie y cuando la pregunta es la correcta cada niño sabe dar con la respuesta. Y luego chuta, escribe, o haz lo que quieras.

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