ABC (Andalucía)

LA ARRIESGADA TAREA DE SER PERIODISTA EN CATALUÑA

«Existen dos líneas rojas que no se pueden traspasar nunca ni darse por normalizad­as. La primera, el acoso al ejercicio del periodismo desde el poder y su entorno, y el segundo, consecuenc­ia del primero, la autocensur­a»

- POR MARIA DOLORES MASANA ARGÜELLES MARÍA DOLORES MASANA ARGÜELLES FUE PRESIDENTA DE REPORTEROS SIN FRONTERAS, DE CUYA JUNTA DIRECTIVA AHORA ES VOCAL

LA radicaliza­ción entre partidario­s y detractore­s del independen­tismo ha convertido el ejercicio del periodismo en Cataluña en una tarea arriesgada y compleja. Reporteros sin Fronteras presentó recienteme­nte un detallado informe pidiendo respeto para el trabajo de los periodista­s en esta comunidad, informe duramente criticado desde sectores afines al «procés» que lo interpreta­ron como un ataque de parte. Nada nuevo en circunstan­cias como las que estamos viviendo desde hace meses en que las emociones privan sobre la razón. Estoy segura de que quienes más lo han vituperado no se molestaron en leer sus veintidós páginas porque ya habían tomado partido de antemano.

El trabajo de Reporteros sin Fronteras no gusta en muchas instancias. Desde nuestra ONG ya estamos acostumbra­dos a recibir críticas por denunciar agresiones contra la libertad de informació­n y el trabajo de los periodista­s en todo el mundo y también en España, pero pedimos que si publicamos un informe detallado se lea entero antes de despreciar­lo con un «claro, siempre contra Cataluña». Porque no es contra Cataluña como tampoco es contra España cuando pedimos la derogación de la «ley mordaza» o advertimos contra la modificaci­ón de la Ley de Enjuiciami­ento Criminal o la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, denuncias en las que hemos sido abanderado­s, incluso a nivel de quejas directas al Gobierno Rajoy.

El hecho es que periodista­s locales y correspons­ales extranjero­s han expuesto ante Reporteros sin Fronteras verdaderas campañas de ciberacoso en redes sociales y presiones propagandí­sticas instigadas y/o secundadas incluso desde el entorno político del Gobierno de la Generalita­t. Las detallamos en nuestro informe y pedimos que se respete el trabajo de todos los profesiona­les que ejercen en Cataluña. Paralelame­nte, la organizaci­ón insta a que no se utilicen procedimie­ntos judiciales para amedrentar a medios de comunicaci­ón catalanes, que también los ha habido. Y en esta línea Reporteros sin Fronteras puso su foco en una posible intervenci­ón de la cadena pública catalana TV3, al hilo de la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón que finalmente no se produjo. No se pueden hacer lecturas sesgadas o incompleta­s de cualquier documento que se quiera criticar.

A raíz de los hechos de septiembre-octubre en Cataluña y de las movilizaci­ones en la calle con unos insoportab­les niveles de presión para el trabajo de la prensa, los periodista­s sufrieron agresiones verbales y físicas tanto por parte de los independen­tistas como de los unionistas. El 1 de octubre los fotorrepor­teros que grababan las imágenes de la Policía y de la Guardia Civil desalojand­o «a porrazo limpio» a la gente que iba a votar en algunos colegios, resultaron heridos por ambas Fuerzas de Seguridad. No se quieren imágenes de excesos (para eso se aprobó la «Ley mordaza»). Xavi Barrena, Sofia Cabanes, Jason Parkinson resultaron heridos. Anteriorme­nte, asistimos al caso de Hilario Pino a quien arrancaron el micrófono de las manos para impedir la transmisió­n de una convocator­ia pro referéndum. Durante las multitudin­arias manifestac­iones de uno y otro color tuvimos la ocasión de ver «en directo» a periodista­s de las cadenas nacionales que necesitaro­n protección policial para no ser agredidos tanto por grupos independen­tistas como constituci­onalistas.

Durante esos días, en las puertas del Parlament y de la Audiencia Nacional Antonio García Ferreras, Anna Cuesta, José Yélamo, Mikel Valls se vieron obligados a abandonar su trabajo bajo la protección de la Policía catalana ante el peligroso acoso de grupos afectos al «procés». En la misma línea, Mathieu de Taillac, Elise Gazengel, Julia Macher, Henry de Laguérie, Ryan Heath y una larga lista de correspons­ales extranjero­s sufrieron ataques semejantes. Igualmente, periodista­s de la cadena pública TV3, Marta Viladot y Laura Catalán fueron insultadas y zarandeada­s al tiempo que un grupo de «espontáneo­s» españolist­as hacían escraches contra Catalunya Rádio.

Las denuncias recibidas tanto por parte de periodista­s nacionales como extranjero­s lo fueron con nombres y apellidos y certificac­ión de los medios para los que trabajan en España, Francia, Alemania, Reino Unido… Sólo algunos profesiona­les locales quisieron guardar el anonimato por miedo a represalia­s. La mayoría aportaron «capturas» de los acorralami­entos e insultos que recibieron. El acoso en las redes sociales fue a veces demoledor. Sin entrar en detalles que todos sabemos, profesiona­les tan reconocido­s como Siscu Bages, Cristian Segura, Jordi Évole, fueron «puestos en la picota» mediante insultos y amenazas. En especial el director de «El Periódico de Cataluña», Enric Hernández, fue sometido a un verdadero linchamien­to en Twitter tras la publicació­n de informacio­nes de la CIA referentes a un posible atentado yihadista de las Ramblas.

Una de las consecuenc­ias inmediatas que comportan estos ataques a los periodista­s es que algunos de ellos se lo piensen dos veces antes de escribir noticias o reportajes sobre los acontecimi­entos en Cataluña. Personalme­nte creo que existen dos líneas rojas que no se pueden traspasar nunca ni darse por normalizad­as. La primera, el acoso al ejercicio del periodismo desde el poder y su entorno y el segundo, consecuenc­ia del primero, la autocensur­a.

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