ABC (Andalucía)

«Con 14 años, Rahm ya me dijo que iba a ser el número uno»

Eduardo Celles ∑ A pesar de estar en la cima del deporte mundial, el golfista vizcaíno sigue confiando en los consejos técnicos de su profesor de toda la vida

- MIGUEL ÁNGEL BARBERO MADRID Entrenador del golfista

Los éxitos de Jon Rahm están revolucion­ado el golf mundial. Con su cuarto título en un año ya es el número dos del ránking y a casi todos les ha pillado por sorpresa. Salvo a su su equipo de trabajo más cercano, que estaba convencido de que más pronto que tarde llegaría a lo más alto de la tabla.

Eduardo Celles le acogió en su escuela bilbaína hace una década y poco a poco fue forjando al campeón que es hoy en día. Es un maestro orgulloso.

—¿Cómo empezó a trabajar con Jon?

—Yo ya tenía en la escuela a Javier Sainz, que ahora es profesiona­l en el Alps Tour, y a Harang Lee, que este año debutará en el LPGA y el Symetra Tour. Cuando se sumó Rahm ya eran tres jugadores en los equipos nacionales y eso me dio mucho empuje en la enseñanza de jóvenes valores.

—¿Qué fue lo primero que vio en él?

—Era un chaval que ya le pegaba fuerte a la bola y con mucha ilusión por el golf. Pero me di cuenta de que necesitaba más control de la bola, porque la distancia ya la tenía. Así que comenzamos a trabajar algunos factores del swing, sobre todo una subida más recortada, y el grip (agarre). Él me decía que estaba loco por querer cambiarle esas cosas, pero al final se ha visto que ha sido efectivo.

—¿Y en cuanto a su actitud?

—Es muy trabajador, tiene mucho tesón y dedicación. Con esas cualidades al final consigue lo que se propone.

—¿Cuándo percibió que era un jugador diferente del resto?

—Cuando tenía 14 años. Su madre le dejaba al lado de mi casa y yo le llevaba en coche a la escuela. Y un día me soltó por el camino: «Eduardo, voy a ser número uno del mundo». No me dijo quiero serlo o algo por estilo, sino categórica­mente que iba a serlo. Cuando llegué a casa se lo dije a mi mujer y me quedé impactado. En ese momento no le di más vueltas… pero ahora ya es el número dos del mundo y esta semana defiende título en San Diego. Si ganara, habría posibilida­des de que se pusiera el primero del mundo.

—¿Ha cambiado mucho en estos años, con la fama?

—En absoluto. Increíblem­ente, es el mismo chaval, sorprende eso. Es feliz al lado de sus buenos amigos y una buena comida. No es de grandes lujos, de grandes coches, ni nada de eso; es un chico muy normal, muy cómodo, una buenísima persona que siempre piensa en los demás. Es una pasada, un ejemplo a seguir para todos los jóvenes deportista­s.

Una relación especial

—Después de tantos años seguro que hay entre ustedes mucha confianza.

—Tenemos una relación de amigos íntimos, incluso podría decir que como si fuera mi hijo. Él, a su manera, pone mucha atención en todo lo que le digo. No hay que olvidar que hablamos de un gran jugador y que es difícil sacar peros a lo que está haciendo. Pero sí que me escucha cuando tenemos que trabajar algo que no va bien. Y, por supuesto, lo que funciona no lo tocamos. —Esa lealtad sorprende hoy en día. Rahm podía haber ido a lo cómodo y buscarse un entrenador en Estados Unidos con el que verse a diario...

—Creo que yo le doy tranquilid­ad y confianza, cosas que otros grandes gurús (que probableme­nte saben mucho más que yo) no pueden darle. Él tiene un swing hecho a su manera y muy trabajado conmigo. Y no necesito estar todo el día cambiándol­o. A través de videos que me va mandando nos mantenemos suficiente­mente al tanto. Y cuando puedo acercarme a los torneos pulimos lo que haga falta. No, no creo que la distancia sea ninguna dificultad, incluso es hasta bueno. Es igual que un hijo… si no llama es que va todo bien y si te llama, es que necesita algo. —Aparte de su amistad, ¿que más encuentra en su escuela bilbaína? —El método de enseñanza. Yo voy a todos los cursos que puedo (la PGA de España organiza muy buenas sesiones), pero en el fondo soy el heredero del golf de toda la vida. Mi abuelo y mi padre también fueron profesores y yo trato de transmitir esa sensibilid­ad de los de antes, de Chema, de Sergio... y de Seve, que es su ídolo. Yo pongo muchos vídeos suyos en la escuela y es bonito ver que va siguiendo los pasos de todos los genios que hemos tenido.

Lo que queda por delante

—Después de ganar el domingo en La Quinta, ahora Jon es el favorito en San Diego. ¿Qué le falta para subir ese último escalón del ránking? —Tener la oportunida­d de alcanzar el número uno del mundo en este torneo ya me parece increíble. No le falta nada concreto, si acaso estar muy centrado su trabajo en el juego corto, que es lo que debe mejorar, y en lo que le dice su preparador mental. Y, por supuesto, seguir como hasta ahora: yendo siempre poco a poco, sin bajar la guardia, respetando a los contrarios y manteniend­o esos principios que cualquier deportista debe tener.

Un amigo al otro lado «Creo que yo le doy tranquilid­ad y confianza, algo que los grandes gurús del golf no pueden darle»

Aspectos para mejorar «Es muy completo, solo tiene que centrarse un poco más en el juego corto y en las pautas de su coach mental»

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PEÑA JON RAHM Eduardo Celles y Jon Rahm, un tándem de éxito

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