ABC (Andalucía)

RTVE, ENTRE EL RIDÍCULO Y EL ESCÁNDALO

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Sánchez tiene la obligación de exponer públicamen­te cuáles son los precios que ha aceptado pagar a quienes lo llevaron a La Moncloa. Es una obligación moral y un deber ético del presidente del Gobierno

LA cadena de torpezas que está cometiendo el Gobierno en la renovación de la presidenci­a de RTVE ha dejado al descubiert­o el pacto de asociación entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El líder de Podemos parece el confesor del presidente del Gobierno, confesor indiscreto, eso sí, porque tanto desvela que el Ejecutivo va a acercar a los presos separatist­as a Cataluña como que han pactado el nombre del periodista Andrés Gil para presidir el ente público RTVE. Esta última designació­n no solo es rechazada por buena parte de los socios de la moción de cesnura (lo que dificulta su confirmaci­ón), sino que ha sido recibida con protestas de los trabajador­es de la televisión pública. Y no es para menos que se sientan engañados, porque el mercadeo que se traen entre manos Sánchez e Iglesias con este organismo es cualquier cosa menos una apuesta por su despolitiz­ación. Las protestas de los empleados contra el PP fueron bien aprovechad­as por la izquierda y ahora esta las devuelve con un asalto partidista. Sin embargo, tampoco hay mayor motivo para la sorpresa, porque si el programa real de Sánchez es mucha agitación izquierdis­ta y poca actividad parlamenta­ria, Podemos y PSOE necesitará­n una plataforma de propaganda sometida a su control.

El retrato intervenci­onista que la izquierda está haciendo de sí misma en este asunto es un amenaza para la libertad de informació­n y expresión en RTVE. El hecho de haber utilizado un mecanismo excepciona­l y restrictiv­o como el real decreto ley para alterar el procedimie­nto parlamenta­rio previsto para el nombramien­to del presidente del ente público, es una manifestac­ión del tipo de gobierno que tiene España. Y la locuacidad de Iglesias como portavoz personal del presidente Sánchez, deja a este en una posición de bajo perfil ante uno de los grandes debates que tiene planteados la sociedad, cual es la independen­cia de la televisión pública. Ahora suenan un tanto hipócritas las críticas de la izquierda al PP a cuenta de la falta de imparciali­dad de RTVE, pero el contraste permite señalar el carácter vacío de los compromiso­s de Sánchez con la despolitiz­ación de este ente. Por eso, la gestión política de la renovación de RTVE está oscilando entre el ridículo y el escándalo.

Sánchez tiene la obligación de exponer públicamen­te cuáles son los precios que ha aceptado pagar a quienes lo llevaron a La Moncloa. Es una obligación moral y un deber ético del presidente del Gobierno. El Estado no es una herencia el líder socialista ha recibido para repartir en legados entre sus socios de oportunida­d y moción de censura. Diálogo con separatist­as, acercamien­to de presos etarras, televisión pública a Podemos... ¿Qué más le queda al Gobierno para poner a la venta?

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