LA MODESTIA NO ES INCONVENIENTE
Biden es un político que no entusiasma a casi nadie, pero eso no tiene por qué ser un obstáculo para abordar las tareas más urgentes de su presidencia▶ curar las heridas de un país dividido, recuperar el prestigio de las instituciones, doblegar la crisis derivada de la pandemia y volver a liderar el bloque de las democracias ante Rusia y China. Como dijo el arzobispo de Washington, cardenal Wilton Gregory, es imprescindible cambiar el rumbo de una conversación nacional marcada por la agresividad y la demonización del que piensa diferente. Un presidente pragmático, con sentido del equilibrio y visión histórica es preferible a un visionario que enfervoriza a las masas (a las suyas, naturalmente).
Los primeros pasos de Biden han sido correctos. Ante el asalto al Capitolio ha mostrado indignación pero ha sabido acotar el problema. Rápidamente ha tomado contacto con los líderes republicanos para tejer una estrategia bipartita en la lucha contra la pandemia y en la recuperación.
Será interesante ver la nueva estrategia de los republicanos, pero las palabras de Pence, McConnell y Cheney hablan de institucionalidad y apaciguamiento. Una vez sentado en la Casa Blanca, Biden deberá mantener a raya a los sectores radicales del Partido Demócrata, tan polarizadores como el trumpismo. La política debería ser más modesta. Biden no encandila, pero puede poner orden y sosiego.