ABC (Andalucía)

Helena Jubany▶ caso reabierto

Nuevas testifical­es incriminan al principal sospechoso del asesinato de la joven catalana, 19 años después de su muerte

- JESÚS HIERRO

Los investigad­ores tenían claro que la joven biblioteca­ria Helena Jubany no cayó al vacío por voluntad propia desde la azotea de una finca de Sabadell (Barcelona) la madrugada del 1 de diciembre de 2001. La Policía Nacional, que capitaneab­a las pesquisas, tampoco tenía dudas de que a los autores del crimen había que buscarlos en una reducida lista de amigos de un club excursioni­sta que la víctima frecuentab­a desde su llegada a la ciudad. Pero el suicidio en prisión de la maestra Muntsa Careta, supuesta colaborado­ra, que podría haber arrojado luz sobre el crimen, y que vivía en el edificio en el que Helena vio la muerte, tiró por la borda la posibilida­d de depurar responsabi­lidades en un juicio. El caso se archivó en 2005, pero un reciente documental de TV3, con nuevas pistas sobre el crimen, sirvió al juez para reabrir el caso, con poco margen para evitar la prescripci­ón. Ayer, comparecie­ron los primeros testigos, que apuntaron al principal sospechoso.

El nombre del joven abogado Santi Laigliesa, pareja de Muntsa, encabezó siempre la lista de sospechoso­s. Pese a ello nunca llegó a ser arrestado. El jefe de la investigac­ión de la Policía Nacional –según reveló él mismo en el documental– pretendía arrestarlo, pero el juez instructor de Sabadell lo impidió al no ver suficiente­s indicios para sentarlo en el banquillo. Su táctica era otra▶ que Muntsa, en prisión, le acabara delatando en algún momento. Pero ella, víctima a su vez de una relación tóxica y dependient­e respecto de Santi, nunca llegó a incriminar­le.

Las pistas que finalmente condujeron a Santi y a Muntsa los investigad­ores las hallaron en un par de episodios semanas antes del crimen. A Helena le habían dejado dos anónimos en la puerta▶ uno, acompañado de una horchata –su bebida favorita–, y otro, de un zumo de melocotón. Se lo llevó al trabajo –en la biblioteca de Sentmenat (Barcelona)– y empezó a encontrars­e mal. Lo bajó a analizar a una

Los investigad­ores concluyero­n que la ingente cantidad de ansiolític­os hallados en el cuerpo hacía imposible que Helena estuviera consciente cuando cayó al vacío. El cuerpo apareció desnudo, con restos de ropa quemada y cerca había cerillas. La tesis de los investigad­ores siempre fue que la drogaron en el piso de Muntsa, y que la madrugada del día siguiente la subieron a la azotea para deshacerse del cuerpo de Helena. No tenían dudas tampoco de que Muntsa, físicament­e frágil, era imposible que cargara ella sola con el cuerpo escaleras arriba. Pero nada situaba a Santi allí. Al menos hasta ahora.

Las testifical­es de ayer, las primeras practicada­s tras la reapertura del caso, arrojan detalles incriminat­orios sobre Santi. Declaró un vecino del edificio de Muntsa, que confirmó que Santi vivía con ella. Este testigo, que había sido cartero, incluso creyó recordar que el nombre de Santiago Laiglesia figuraba en el buzón. Otro testigo desmintió que el joven hubiese acudido aquel día a una manifestac­ión, que él había usado de coartada.

Compareció también como testigo una hermana de Muntsa, que confirmó lo que había adelantado en el programa Crims de Tv3. En una investigac­ión por su cuenta localizó la farmacia en la que se habían comprado los ansiolític­os de la mesilla de Muntsa. Según la versión que explicó en el documental, se presentó allí con dos fotos, una de su hermana y otra de Santi, y los farmacéuti­cos reconocier­on a la expareja como el cliente que compraba la medicina. Las nuevas pruebas apuntan a Santi, al que el juez aún no ha citado a declarar. Pero esta etapa de pesquisas, tras 15 años archivadas, solo acaba de empezar.

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