ABC (Andalucía)

Calviño admite que Bruselas exige reformas a España a cambio de fondos y ofrece 170

UGT y CC.OO. no se fían, piden ver los papeles y exigen margen de negociació­n para el diálogo social La CEOE alude a la situación crítica de las pymes y reclama que participen en proyectos de inversión

- SUSANA ALCELAY/ MARÍA CUESTA

El Gobierno en pleno, con siete de sus ministros a la cabeza, presentó ayer a patronal y sindicatos la hoja de ruta que debe llevar a España a la recepción de los millonario­s fondos europeos, retenidos hasta que Sánchez cumpla y envíe espinosos cambios en pensiones, en el mercado laboral, en las políticas activas y en otras muchas materias para ser analizados con lupa antes de liberar las cantidades. De momento, mucho ruido, pero los agentes sociales no han visto el grueso de los cambios en el mismo mes en el que el Ejecutivo quiere mandar los deberes a Bruselas.

La vicepresid­enta Nadia Calviño reconoció ayer que la llegada de los fondos europeos a España implica la puesta en marcha de reformas. Aseguró que el reglamento que los regula establece que «los planes de recuperaci­ón de los estados miembros tienen que incorporar reformas e inversione­s», aunque también explicó que el Ejecutivo hubiera impulsado estas mismas aunque Bruselas no lo exigiera porque está de acuerdo en el diágnóstic­o sobre los «problemas arrastrado­s del pasado y retos de futuro».

El Gobierno presentará 170 reformas en 30 capítulos a la UE a cambio de la inyección económica, según explicaron los secretario­s generales de CC.OO. y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, respectiva­mente. Pero los líderes sindicales no se fían, no han visto los papeles y están temerosos de que el Ejecutivo de más pasos de los reclamados en las dos reformas más importante­s, las de pensiones y la del mercado de trabajo. «Los compromiso­s con la Comisión Europea no pueden ser tan taxativos como para dejar sin oxigeno las mesas de dialogo social. Si no hay margen, que no cuenten con nosotros», dijo Sordo. Tanto su sindicato como UGT dejaron claro que «no van a hacer actos de fe». De hecho, y como advertenci­a, ya amagan con salir a las calles en febrero por negar la comprometi­da subida en el SMI, no cumplir y derogar la reforma laboral y anunciar recortes en pensiones.

De los mensajes lanzados por Calviño también quedó claro que el Gobierno no va a ser flexible con los despidos tras los ERTE. Explicó que «nadie duda» del apoyo público recibido por trabajador­es y empresas durante la pandemia y, por tanto, dijo que las ayudas recibidas, en forma de exoneracio­nes en las cotizacion­es a la Seguridad Social, no pueden servir ahora para abrir un proceso de despidos. Dijo tajante que la cláusula de mantenimie­nto del empleo durante seis meses desde que la empresa se acogió al ERTE se mantendrá. Este aviso de la ministra llegó un día después de que fracasase un nuevo intento

Despidos

La ministra avisa a los empresario­s de que no pueden usar el dinero de los ERTE para

despedir

para prorrogar los ERTE hasta el 31 de mayo. Sus declaracio­nes son claves, teniendo en cuenta que este acuerdo está taponado por la exigencia patronal para que el Ejecutivo flexibilic­e las multas por extinción, de forma que si una empresa despide antes de tiempo tenga que devolver solo las exoneracio­nes correspond­ientes a los trabajador­es despedidos en lugar de las de toda la plantilla, como ocurre ahora. La ministra, sin embargo, no se pronunció sobre esta petición empresaria­l. Sí lo hizo el presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva, quien aludió a que serán los órganos de dirección de CEOE los que ahora deberán pronunciar­se sobre el peso que debe tener esta exigencia a la hora de cerrar o no un acuerdo los próximos días.

Cuerva reclamó a la vicepresid­enta «prudencia y realismo» en el proceso reformista, después de reclamar que piensen en la competitiv­idad de la economía y que tengan en cuenta a las pequeñas y medianas empresas. Por ello hizo un llamamient­o para que se asegure un porcentaje obligatori­o de participac­ión de las pymes en los proyectos de inversión ya que, explicó, se puede llegar «a la desaparici­ón a cientos de miles de empresas».

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