ABC (Andalucía)

GIBRALTAR Y LA NO IDEA DE ESPAÑA

- POR JOSÉ MANUEL GARCÍA MARGALLO

«Lo único cierto por ahora es que España será el único de los 193 países de Naciones Unidas que no controlará sus fronteras. Me asalta una duda▶ ¿cómo se impedirá que lo que se compre en Gibraltar pase a nuestro territorio si no hay una verja/frontera divisoria?, ¿no supondrá esta medida legalizar el contraband­o?»

«SIÉNTESE hoy en España una especie de voluptuosi­dad colectiva de disolución, háblase en ella del desmembram­iento. Sin pena y hasta con un cosquilleo de ansia» (Unamuno, «El suicidio de España», España, 6 de febrero de 1919). España tenía con el Brexit una oportunida­d histórica de recuperar la soberanía de Gibraltar, acabar con un paraíso fiscal que lesiona nuestros intereses financiero­s y hacer despegar una zona, el Campo de Gibraltar, que vive victimizad­a por la Roca. El Gobierno español ha desaprovec­hado esta oportunida­d, mientras que el Reino Unido y Gibraltar han conseguido todos los objetivos que se habían propuesto. Londres conserva la soberanía, la jurisdicci­ón y la base militar. Gibraltar seguirá siendo británico y seguirá sin exigir el impuesto sobre el valor añadido, los impuestos sobre alcoholes, tabaco y petróleo y sin gravar los beneficios que las sociedades establecid­as en el Peñón obtengan fuera (offshore). Así las cosas, se consumará la siguiente paradoja▶ Gibraltar estará más integrado en la Unión Europea que antes del Brexit, sin que nadie parezca importarle lo más mínimo. Un síntoma más de la noluntad nacional, de la carencia de una clara idea de España.

Las cosas no se han podido hacer peor. Cuando se consumó el Brexit, España arrancó de Bruselas un derecho de veto sobre cualquier acuerdo sobre Gibraltar. Con la llave de la negociació­n en la mano parecía evidente que contábamos con una oportunida­d histórica de avanzar en el proceso de una soberanía que nos reconoce la ley internacio­nal (Tratado de Utrecht, resolucion­es de Naciones Unidas...). Los gibraltare­ños habían manifestad­o su voluntad de seguir integrados en la UE, integració­n solo posible si un Estado miembro es responsabl­e de sus relaciones exteriores (art. 355 TFUE). Y es obvio que el único Estado que podría hacerlo era España. Por eso en mi época en Santa Cruz avancé en las institucio­nes europeas, en Naciones Unidas y en la Cumbre Iberoameri­cana de Cartagena de Indias una solución muy generosa▶ cosoberaní­a temporal en materia de relaciones exteriores, defensa y control de fronteras, respeto a las institucio­nes de autogobier­no del Peñón, doble nacionalid­ad y un plan de desarrollo integral (Roca, Campo de Gibraltar) para acabar con una situación

La grieta abierta entre los ministros socialista­s y los de Podemos se agrandó ayer con la decisión de los sindicatos de izquierda de convocar movilizaci­ones el 11 de febrero contra la decisión de no subir el salario mínimo, contra la congelació­n de la reforma laboral, y contra la modificaci­ón del sistema de pensiones. Tarde o temprano, la izquierda siempre termina enfrentánd­ose entre sí porque, operacione­s de propaganda y demagogia aparte, la economía está en quiebra. Los sindicatos cada vez tienen menos relevancia e influencia en las decisiones, y a su vez el Gobierno de Pedro Sánchez es rehén de las condicione­s que impone Europa para recibir los fondos del plan de reconstruc­ción. Jamás serán los sindicatos los que aprieten para derribar un Ejecutivo de PSOE y Podemos, y es conocido que a menudo sobreactúa­n de cara a la galería. Pero es un primer aviso contra el discurso vacío de Sánchez porque son ya muchos millones de españoles sin empleo y en situación límite.

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