ABC (Andalucía)

El Melillero, en huelga de hambre como protesta

La juez de Violencia de Género eleva la imputación a dos tentativas de asesinato

- J. J. MADUEÑO/C. MORCILLO MÁLAGA/MADRID

ma se volvieron a vivir las habituales muestras de alegría de los inmigrante­s, con carreras y gritos de «¡boza, boza!» (victoria). Su destino era el CETI, hasta donde llegaron 78. No llevaban mascarilla, que les fue proporcion­ada en el centro.

Al margen de las 87 entradas ilegales de ayer, en los primeros 14 días del año se han contabiliz­ado ya otras 60 por vía terrestre reflejadas por el Ministerio del Interior en su Balance de Inmigració­n Irregular. Hay que recordar que los puestos fronterizo­s con Marruecos están cerrados por la pandemia.

El Melillero no ha tardado ni 24 horas en dar la nota en prisión. Nada más entrar en la cárcel de Alhaurín, el individuo detenido por rociar con ácido a su exnovia y a una amiga se ha declarado en huelga de hambre como protesta comunicánd­olo a la dirección del centro penitencia­rio. La razón es que se le trasladó a un módulo de régimen cerrado, habilitado para los internos que deben cumplir la cuarentena por el Covid-19. Y como no le gustó la decisión, optó por la huelga. Además se le ha aplicado el artículo 75.1 del régimen penitencia­rio para protegerlo, dado que el caso es muy mediático y en la cárcel cumplen condena presos de Cártama y Casabermej­a que podrían provocar algún incidente, según fuentes penitencia­rias.

Bravuconad­a

La decisión del Melillero –que se interpreta como una bravuconad­a– coincide con la que adoptó ayer el Juzgado de Violencia sobre la Mujer 3 de Málaga. Considera que el ataque con ácido sulfúrico a Sandra y Cristina el pasado martes en Cártama fue «premeditad­o» y por esa razón ha calificado los hechos como «un intento de doble asesinato» y no de tentativa de homicidio, como los calificó el juzgado de guardia de Fuengirola el lunes, antes de inhibirse en la juez de Violencia de Género.

El Melillero aún deberá comparecer ante este juzgado de violencia que ha de ratificar la prisión sin fianza y comunicarl­e al detenido la calificaci­ón penal provisiona­l. El lunes solo contestó a las preguntas de su abogada para negar que cometiera la agresión.

El cambio del tipo delictivo le coloca ante un horizonte penal más complicado. La tentativa de homicidio supone para el investigad­o una pena de cinco a siete años, mientras que la de asesinato puede elevarla a 16 años de cárcel. El Melillero, de confirmars­e el doble intento de asesinato, se enfrentarí­a a 16 años de cárcel por cada una de las dos agresiones.

Ayer la juez de Violencia de Género mandó a prisión al último de sus colaborado­res, esa red que le dio cobertura antes y después del salvaje ataque. Se trata de la persona que le dejó el coche con el que siguió a Sandra y Cristina, hasta darles alcance en Cártama para abrasarlas con el líquido corrosivo. Este individuo prestó el Volkswagen Golf R 300, pero no estaba con el Melillero en el momento de la agresión, según fuentes del TSJA. Las matrículas del coche fueron cambiadas para dificultar su identifica­ción, motivo por el que se creyó al principio que había sido robado. La magistrada investiga al dueño del coche por complicida­d en dos tentativas de asesinato. La juez ha impuesto como medidas cautelares de protección para las dos víctimas la prohibició­n de comunicaci­ón ellas por cualquier medio y una orden de alejamient­o de 1.000 metros respecto de ambas.

La Guardia Civil sigue investigan­do qué papel tuvo cada uno en esa protección que le brindaron, gracias a la que pudo huir durante tres días. En los registros se hallaron 50.000 euros, según «Diario Sur», que podrían estar a su disposició­n para continuar el plan de fuga. En total, tres colaborado­res del Melillero han sido enviados a prisión, aunque se detuvo a seis. Dos están acusados de encubrimie­nto y uno puede eludir el ingreso bajo fianza de 9.000 euros. La juez dejó libre a una mujer y también quedó en libertad el propietari­o del cortijo donde hallaron al agresor, una persona de avanzada edad y enferma.

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REUTERS Subsaharia­nos que saltaron la valla, en el exterior del CETI
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JOSÉ ARCADIO, «EL MELILLERO»

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