MÁS CLARO QUE EL AGUA
Al frente del Consejo de Transparencia, Rodríguez garantiza a Sánchez la opacidad necesaria para institucionalizar sus mentiras y silencios
Dice el refranero español que «una buena capa todo lo tapa». Para llevarlo a la práctica –haz que pase– ejerce de sastre y modista Rodríguez, situado al frente del taller de costura de Sánchez y Redondo, donde borda con primor la prenda que, cada vez más amplia, Esquilache chic, cubre la escandalera de La Moncloa. El señuelo de la regeneración democrática con que el presidente del Gobierno y sus socios de moción de censura se presentaron en sociedad no tardó en ser sustituido por un sayal que neutraliza la transparencia de una gestión definida por la mentira de patas cortas, la desinformación institucional, la propaganda de brocha gorda y la ocultación sistémica. Al frente del Consejo de Transparencia, Rodríguez se hace el sueco y avala los silencios con que el Ejecutivo blinda sus tejemanejes. Cualquier medio u organismo capaz de poner en tela de juicio la política del Ejecutivo, de la Fiscalía al CGPJ, de la prensa libre a las Cortes, es objetivo prioritario de una estrategia de sometimiento que ha encontrado en Rodríguez un aliado de excepción, fiel a los patrones del prêt-à-porter que gasta y demanda un presidente modelo. A la purga que el sastre de Sánchez y Redondo lleva a cabo en Transparencia se le ven las costuras, y la etiqueta.