Los piratas de la luz
Estás tan tranquilo y de repente suena el teléfono. Todo son facilidades. Te das cuenta de que has estado pagando de más por un servicio que muchos otros ponen más barato, pues no invierten en tanta publicidad, que termina pagando siempre el cliente, te apuntan al otro lado del auricular. Rápidamente te piden datos para formalizar ese contrato tan ventajoso. Tú, que no tienes claro conceptos como potencia contratada, energía consumida y otros que ni tan siquiera sabes que te cobran habitualmente, cometes el error de confiar en alguien que no conoces de nada, sólo porque te ofrece un ahorro importante en la factura de la luz, con lo que está subiendo.
Hay que aprovechar la oportunidad y te condenas. Luego resulta que si abandonas la fabulosa nueva comercializadora te penalizan por unos servicios que no te ofrecerán y, además, te quedas con cara de bobo cuando algún entendido te indica que lo expuesto verbalmente no se corresponde con el farragoso contrato. Ahí está el fraude, pues te contaron medias verdades que son las mayores mentiras.
¿Quién defiende al consumidor ante las prácticas abusivas de comercializadoras fraudulentas, que surgen como las setas?
Todos hemos recibido llamadas anunciándonos unos ahorros a priori cuantiosos. Aquellas que ofrecen el servicio con un precio por debajo del mercado debieran hacernos sospechar.