Los partidos esconden sus cartas ante el baile de pactos tras el 14-F
La posibilidad de que el secesionismo pierda la mayoría abre el juego en el Parlament
Tras una década de proceso soberanista, por primera vez el mapa político en Cataluña tiene visos de moverse. Solo la posibilidad de que el bloque independentista pierda la mayoría en el Parlament –algo que las encuestas señalan como posible– y el hecho de que, de nuevo, un partido constitucionalista, en este caso el PSC, arranque la campaña con aspiraciones de quedar como primera fuerza –como logró Cs en 2017–, hacen más variable que nunca el baile de pactos que puede abrirse tras el 14-F. Y es por esa misma razón que los partidos se resisten a enseñar sus cartas para no perjudicar sus expectativas. Entre la ciudadanía, los más optimistas especulan ya con la Cataluña «pos-procés». Los más prudentes temen una nueva dosis de gobierno soberanista.
EL PSC BAILA CON TODOS El candidato Salvador Illa aseguraba el pasado sábado en su intervención en el Comité Federal del PSOE que no es tiempo de revanchas y que no pensaba «preguntar a nadie qué ha hecho estos últimos diez años»▶ doble ración de equidistancia para lo que pueda venir tras el 14-F. Esta posición de repartir culpas por igual que ha practicado el PSC es la que le permite ahora ser el partido con mayor abanico de posibilidades. En el partido aseguran que su única preferencia es un pacto con En Comú Podem, negando del derecho y del revés, pero siempre con matices, que vayan a intentar fraguar una reedición del tripartido con el concurso de ERC. «Si te pones de acuerdo en lo que hay que hacer, puedes pactar con quien sea», afirmaba hace pocos días Miquel Iceta, trazando a continuación una difusa línea roja en el suelo. «No podremos ponernos de acuerdo con quien diga que esta legislatura será la legislatura del referéndum o de la independencia», una afirmación que, de hecho, cuadra con el discurso del sector de ERC más posibilista y proclive a postergar en aras de un acuerdo la vía unilateralista.
ERC, MIEDO A PERDER En el seno de ERC, sobre todo en sus sectores más urbanos, las ganas de mandar a Junts a la oposición son tan grandes como el miedo a expresarlo públicamente y dar motivos al independentismo más ultra para seguir llamándoles traidores y entreguistas. Aspirando a tener el espacio que ocupó durante años CiU, parte de Esquerra aboga por profundizar su fase de colaboración con el conglomerado PSOE-Podemos en el Congreso –a la espera de indultos o avances en la llamada Mesa Diálogo–, pero sin que desde el flanco de Junts les puedan reprochar que han puesto la carpeta del «procés» en un cajón a la espera de tiempos mejores; una cuadratura imposible. El avance de Junts en las encuestas y la irrupción de Illa hacen que ya no se dé por segura la victoria republicana. El miedo a perder les paraliza. Balbuceos. Aragonès propone un pacto de todos los partidos independentistas más los comunes. Solo el hundimiento de Junts y un gran resultado del PSC ayudaría a ERC a decidirse.
JUNTS, UNA SOLA MANO El independentismo mágico que practica Junts simplifica su posición▶ únicamente se avienen a pactar con ERC o la CUP, aunque si conviene lo hacen con el PSC en la Diputación de Barcelona. Solo son negocios, como se diría. La vieja CiU asoma si conviene. Quien sigue jugando al engaño asegurando que si el secesionismo saca más del 50% de votos el 14-F volverán a declarar la independencia –sin explicar qué harán al minuto siguiente, como anunció la candidata Laura Borràs el pasado lunes–, únicamente aspira a mantenerse en el poder y seguir con el negocio del «procesismo».
EL REQUIEBRO DE CS El desplome que anticipan las encuestas debido al caudal de votantes que se van a la abstención o regresan al PSC explica el último, arriesgado, hasta desesperado, requiebro de la formación naranja explicitado por Inés Arrimadas▶ ofrecer un acuerdo con el PSC. Amarrar al socialismo hacia opciones constitucionalistas para evitar un pacto con Esquerra Republicana es el principal argumento de la lista que lidera Carlos Carrizosa de cara a la cita electoral del 14-F. Satelizados por el PSC y el «efecto Illa».
PP, «CASA GRANDE» Con Alejandro Fernández como cabeza de lista, el PPC se presenta como la «casa grande» del constitucionalismo, tras haber fichado a la excandidata de Cs Lorena Roldán y a una ex de Unió ahora en el partido de Valls, Eva Parera. A diferencia de Cs, los populares reniegan de cualquier acercamiento al PSC, convencidos de que la fórmula preferida por el socialismo es una reformulación del «pacto del Tinell» que alumbró el primer tripartito. «Si existe la más mínima oportunidad, el PSC pactará con el separatismo», creen en el PP. El Parlament como una extensión de la política de pactos del Congreso.
COMUNES, TODO O NADA Asumen que el 14-F es un todo o nada. O se da la carambola y llegan a integrarse en un gobierno de izquierdas, o siguen en la irrelevancia de la oposición. Con perspectivas a la baja, lo fían todo a un acuerdo con el PSC y ERC.
EL DESVELO DE LA CUP La formación anticapitalista puede ser decisiva para que el independentismo sume mayoría en el Parlament, como lo fue en 2015 para mandar a Mas a la «papelera de la historia». La pretensión de la candidatura liderada por Sabater de hacer valer sus diputados integrándose en un futuro Govern ha sido enmendada por la militancia, que exige influir pero desde fuera.
VOX, CONTRA TODO El partido que presenta a Ignacio Garriga anticipa una entrada con fuerza, incluso con la posibilidad de pasar por delante del PP. Contra la «vieja política», se juramentan para no pactar con nadie.