Otras protestas
jan caer todo el peso de la crisis sanitaria en los ciudadanos y recortan libertades de forma ilegal». «Hay una rabia contenida en el ambiente que está deseando estallar con cualquier excusa», lamenta un comerciando de La Haya cuyo negocio ha sufrido importantes destrozos, «y los perjudicados volvemos a ser nosotros, que soportamos los cierres y el recorte de ingresos y ahora, además, esto».
La entrada en vigor del toque de queda ha coincidido con la renuncia del Gobierno en pleno de Mark Rutte, a causa de un escándalo por la falsa acusación a miles de familias de fraude con las ayudas sociales. Esta y otras medidas están siendo tomadas por un Gobierno en funciones hasta las elecciones, previstas en marzo.
«Yo no voy a las manifestaciones porque me da miedo lo que pueda pasar, pero entiendo la indignación de la gente con unos políticos que lo hacen todo mal y cuya única decisión es encerrar a la gente en casa e imponer el silencio para que nadie proteste por lo que está pasando», se enfada ante las cámaras de televisión una anciana de Róterdam, donde el alcalde, Ahmed Aboutaleb, ha publicado un decreto en el que amplía los poderes de la Policía para arrestar a manifestantes sin formular una acusación concreta.
«Ahora, además de ocuparnos del gran reto que supone la crisis Covid, tenemos que volcarnos en garantizar la seguridad ciudadana y de los comercios»,
Unas 30.000 personas se manifestaron el pasado fin de semana en Viena contra el confinamiento decretado por el Gobierno. Entre pancartas que exigían la dimisión del canciller, Sebastian Kurz, consignas negacionistas y símbolos de la derecha nacionalista, desfilaron en la plaza Heldenplatz grupos ecologistas, artísticos y libertarios que bailaron y cantaron por la paz, la preservación del clima y contra la manipulación genética. En Alemania, sin embargo, las protestas que llegaron a amenazar con tomar el Reichstag han remitido, en coincidencia con el repunte de contagios. En noviembre, la Policía británica detuvo a decenas de personas que portaban pancartas en las que se leía «Dejad de controlarnos», mientras en Polonia se congregaban manifestaciones para protestar por medidas «desproporcionadas».
Guerra civil «Si seguimos por este camino, vamos a terminar en una guerra civil», dijo ayer el alcalde de
Eindhoven
se ha quejado la alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, que ha tomado la decisión de acordonar y cerrar al tráfico varias calles comerciales del centro. En La Haya, en el barrio de Schilderswijk, los bomberos han acudido a sofocar varios incendios provocados por los manifestantes, que además plantaron batalla a los funcionarios que pretendían apagar el fuego. En Eindhoven, en el sur del país, la Policía utilizó gases lacrimógenos para dispersar a una multitud violenta que amenazaba con atacar a los agentes, según han mostrado las imágenes de la televisión regional Omroep Brabant. Varios comercios en torno a la estación central fueron saqueados y automóviles aparcados y autobuses fueron quemados. «Pienso que, si seguimos por este camino, vamos a terminar en una guerra civil», advertía ayer el alcalde de Eindhoven, John Jorrtisma, que apuntaba también que si la violencia se prolongaba una noche más, lo más indicado sería que el Ejército pasase a ocuparse de la seguridad de las calles porque la Policía local está desbordada con el problema.
Uno de los incidentes que han revestido hasta ahora mayor peligro fue el incendio de un centro médico de test Covid, que fue incendiado en la localidad de Urk con varios sanitarios dentro. Afortunadamente, el personal del centro pudo ponerse a salvo a tiempo, pero «se trata de un hecho que sobrepasa todos los límites», aseguró el ministro de Sanidad, Hugo de Jonge.