El ala socialista se pone la medalla de la prórroga de los ERTE y deja fuera a Díaz
Escrivá presenta el acuerdo sin su colega▶ «Era la persona idónea», dice Montero
El 11 de marzo la OMS declaraba la pandemia mundial, pocos días después la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, era la encargada de transmitir que en España se prohibía el despido objetivo por causa Covid y que los ajustes de plantilla se canalizarían desde ese momento a través de los ERTE. Desde entonces la titular afín de Podemos ha llevado el protagonismo de las medidas laborales, su papel en el Ejecutivo ha ido «in crescendo», al mismo ritmo que ganaba terreno en el diálogo social por su cercanía y su forma particular de negociar.
Pero tras meses de mensajes cruzados, de desmentidos y reproches entre el ala socialista y el comunista, entre Nadia Calviño, José Luis Escrivá, Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, el presidente Sánchez parece haber mediado y, en un gesto que evidencia un espaldarazo a su equipo económico frente a la ofensiva incansable de Podemos, ayer borró de la foto a Díaz, quien, por primera vez desde marzo, no compareció ante los medios para explicar la cuarta prórroga de los ERTE. El encargado de hacerlo fue el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, con el que Díaz lleva meses enfrentado sobre la reforma de pensiones que ha preparado el gestor de las jubilaciones en España.
«Era la persona idónea y adecuada», sentenció ayer la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, ante la pregunta sobre la ausencia de Díaz en la sala. Montero justificó la decisión en que el ministro Escrivá debía explicar también la revalorización de las pensiones que también vio ayer la luz. Pero lo cierto es que también había varios temas en la competencia de Trabajo que quedaron finalmente sin presentación, como la prórroga del plan «Me cuida», para que las personas puedan flexibilizar sus jornadas laborales y atender a sus responsabilidades familiares de cara a los nuevos confinamientos o algunos avances en el proceso de digitalización del SEPE, entre otras cuestiones.
Lo cierto es que los encontronazos entre ambos ministros han sido constantes de unos meses a esta parte. Los planes del Ministerio de Seguridad Social para alargar voluntariamente la edad de jubilación –sobre los que Escrivá deberá dar explicaciones en el Congreso ante la solicitud unánime de la oposición– han sido rechazados públicamente por la responsable de Trabajo, que se ha mostrado contraria a incentivar la prolongación de la vida laboral más allá de la edad legal por entender que es una medida que «entorpece» la posibilidad de incorporar a jóvenes al mercado laboral.
Tampoco coinciden en alargar los años que se tienen en cuenta para calcular la pensiones por suponer un recorte de la cuantía. Y abiertamente les separa la evolución del salario mínimo. Escrivá, como el resto del ala socialista, se mostró partidario de no moverlo hasta que la recuperación esté enfilada, mientras la ministra sigue peleando por un aumento cuanto antes. «No subirlo es dejar atrás a los que más lo necesitan», dijo Díaz.
Pero, sin duda, polémica entre las polémicas, es la reforma laboral. Calviño, junto a Escrivá, pelean contra Díaz por imponer una reforma que apenas modificaría la actual, si triunfan las tesis del PSOE, y que derogaría parcialmente la ley del PP si prevalecen las ideas de la titular de Trabajo. Bruselas terminará imponiendo sus tesis y la reforma solo se modificará si lleva el sello del diálogo social.
Los recelos de Iglesias
Pero pese a los desencuentros y enfrentamiento con los ministros socialistas, la gallega se ha convertido en uno de los principales apoyos del presidente Pedro Sánchez, desafiando en más de una ocasión a Iglesias y las posturas del partido que representa, según reconocen fuentes de su entorno. Esta abogada laboralista ha aportado al presidente acuerdos clave en el diálogo social que le han dado oxígeno en medio de una pandemia que no da tregua a la economía. Desde que tomara posesión de su cargo ha sacado adelante cinco grandes medidas. Todas pactadas y entre ellas el incremento del SMI a 950 euros en 2020 hasta la regulación del teletrabajo. Quienes la conocen dentro y fuera del Gobierno destacan su capacidad para alcanzar grandes pactos con la patronal y los sindicatos, con los que se llega a entender en las mesas de negociación, pese a que muchas veces la distancia que separa sus tesis de las de los empresarios es abismal. Pero estos son pragmáticos y prefieren siempre consensuar medidas antes que enfrentarse a reales decretos que saldrían unilateralmente del departamento que dirige Yolanda Díaz. Pero mayor incluso que la importancia económica de estos consensos es su valor político. De hecho estos pactos se han convertido en el argumento perfecto para acusar al líder popular, Pablo Casado, de falta de diálogo. La ministra es clave, por el momento, para La Moncloa.
Un apoyo
La gallega ha aportado a Sánchez pactos clave que le han dado oxígeno en la
pandemia
Pulso
Su enfrentamiento con el gestor de las pensiones ha
forzado al presidente a tomar partido