Putin eleva la presión: allana la vivienda de Navalni y detiene a su hermano
∑El Kremlin incrementa la represión tras la nueva convocatoria de manifestaciones el próximo domingo para pedir la liberación del opositor
La Policía rusa desplegó ayer un inmenso aparato de intimidación contra los partidarios y personas próximas al principal líder opositor, Alexéi Navalni, en prisión preventiva desde que regresó a Rusia, el pasado 17 de enero. Su hermano Oleg fue detenido, su esposa, Julia, quedó aislada en el apartamento familiar sin poder contactar siquiera con su abogada mientras otros locales vinculados a la organización de Navalni o a sus colaboradores más estrechos eran también objeto de registros policiales.
Iván Zhdánov, miembro del Fondo de Lucha contra la Corrupción (FBK) creado por Navalni, escribió en Twitter que las fuerzas de seguridad rusas «derribaron» la puerta del piso de Oleg Navalni, hermano del dirigente opositor, al que arrestaron. Él ya fue detenido y liberado más tarde durante la manifestación del pasado sábado.
La Policía, según Zhdánov, también se personó en el apartamento en donde vivía habitualmente Navalni con su familia, en el barrio moscovita de Márino. Los agentes penetraron en el inmueble y no permitieron a Julia, la esposa del político opositor, salir mientras se llevaba a cabo el registro. Tampoco dejaron que su abogada, Verónica Poliakova, entrara en la casa, según aseguró la propia letrada.
Más registros
La radio Eco de Moscú daba cuenta ayer también de otro incursión policial en el apartamento de la portavoz de Navalni, Kira Yarmish, condenada a una pena de diez días de prisión menor desde que fuera detenida el sábado en la manifestación celebrada en la capital rusa en demanda de libertad para el principal adversario del presidente Vladímir Putin. Los agentes tampoco permitieron que los abogados de Yarmish presenciaran el registro.
Acciones similares, según informó el Tribunal Tverskói de Moscú, están previstas en una treintena más de domicilios de
Acusaciones
El Gobierno acusa a Occidente de buscar «causar
disturbios sociales» agitando
el caso Navalni
colaboradores de Navalni, aunque la fuente judicial no especificó nombres concretos. Los registros tuvieron lugar ayer en no menos de una quincena de locales y apartamentos, incluida la sede del Fondo de Lucha contra la Corrupción, escribió en Twitter Liubov Sóbol, conocida abogada y mano derecha de Navalni, multada y detenida en las últimas semanas de forma repetida.
Lo curioso es que estas redadas tengan lugar en la víspera de nuevas manifestaciones de apoyo a Navalni convocada para el domingo y el pretexto es la presunta «violación de las normas sanitarias» decretadas para contener la pandemia de Covid-19. Paralelamente, siguen abriéndose causas penales contra muchos de los detenidos en las movilizaciones del sábado por cortar calles o por supuestas agresiones a policías. Según reconoce el Ministerio del Interior ruso, aquel día fueron arrestadas cerca de 4.000 personas en las casi 70 ciudades rusas en donde hubo concentraciones. El órgano de control de las telecomunicaciones, Roskomnadzor, ha anunciado por su parte duras sanciones contra redes sociales como Facebook, Instagram, Youtube, Twitter, Tik Tok y Vkontakte por haber presuntamente incitado a los menores a acudir a las protestas. En la capital rusa, la manifestación del domingo ha sido convocada frente a la sede del Servicio Federal de Seguridad (FSB, conocido en el pasado como el KGB).
El secretario del Consejo de Seguridad ruso, Nikolái Pátrushev, antiguo jefe del FSB, dijo esta semana que los países de Occidente «buscan causar disturbios sociales, huelgas y nuevos maidanes» (las revueltas habidas en Ucrania) a base, según él, de «agitar el caso Navalni», a quien considera un simple «delincuente (...) que debe rendir cuentas ante la Justicia
dijo través de un viceministro de Exteriores, Sergéi Riabkov, que la renegociación se había hecho «en nuestras condiciones».
Coyuntura delicada
Pero eso son meramente las formas. En el fondo, es la Casa Blanca la que está presionando a Putin en un momento ciertamente delicado para él, cuando vuelve a enfrentarse a protestas callejeras por las acusaciones de corrupción y latrocinio, y el encierro arbitrario del líder opositor Alexéi Navalni. El Kremlin ya se vio en una situación similar hace una década, justo cuando Putin se presentaba a unas elecciones de trámite para pasar del cargo de primer ministro al de presidente, de donde salió por la supuesta limitación de mandatos, que al final no fue tal.
De las protestas de hace diez años salió, según figura en varios informes de la inteligencia estadounidense, el rencor de Putin a Hillary Clinton. Entonces ella era secretaria de Estado (ministra de Exteriores) con Obama y Biden, y según creía el Kremlin instigó las protestas. El propio Putin dijo tras los comicios que Clinton «dictó el tono» de los manifestantes, que permanecieron en las calles hasta 2013, según informa la agencia Tass. En 2016, dos campañas diferentes de injerencias del Kremlin tuvieron como objetivo impedirle a Clinton que ganara las elecciones presidenciales, en las que se impuso finalmente Donald Trump.
A pesar de lo que pueda parecer, en realidad la Administración Trump no fue precisamente dócil con Putin. Sólo el presidente parecía tenerle un respeto sospechoso, y se negaba a condenar abiertamente sus provocaciones. En sus muchas comparecencias siempre negó que hubiera existido una trama rusa para ayudarle, algo que desmintieron sus propias agencias de inteligencia.
Triunfo
El Kremlin se adelanta a la Casa Blanca y dice que la renegociación se ajusta a sus
exigencias
Pero de Trump para abajo, la postura fue combativa. En 2018, el Gobierno de EE.UU. se retiró unilateralmente de otro acuerdo, el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, acusando a Rusia de incumplirlo. Este prohibió la producción, tenencia y pruebas de vuelo de misiles de crucero lanzados desde tierra con una capacidad de alcance de 500 a 5.500 kilómetros. Washington destruyó después 846 misiles. Moscú, 1.846.
Tras anular aquel tratado, Trump se marcó como objetivo renegociar el Nuevo Start de forma más beneficiosa para EE.UU., sobre todo planeando un rearme nuclear en el Pacífico para contener el expansionismo territorial chino. Ese otro acuerdo, negociado por Obama en 2010, caducaba el 5 de febrero. Ahora, según Rusia, se prorroga otros cinco años.