Los «hombres de negro» daneses se distancian de la violencia
Las restricciones y la gestión política de la pandemia han provocado grandes movimientos de protesta en Dinamarca
«¿Qué tipo de política es pretender que nos quedemos quietos como estatuas para evitar enfermar? ¡Que se ocupen de dotar el sistema sanitario con el dinero de nuestros impuestos en lugar de quitarnos el derecho de libre movimiento y de reunión!», resume Morten Jakobsen, fundador de los «Hombres de negro» daneses y que se distancia de la violencia de las manifestaciones del pasado fin de semana, en las que fue ahorcado en las vías del tren un maniquí disfrazado de la primera ministra, la socialdemócrata Mette Frederiksen. «Nos llaman enmascarados, matones y de todo, pero no tenemos nada que ver con eso. Comenzamos esto porque creemos que algo anda mal en Dinamarca y hemos colaborado con la Policía y cumplido sus órdenes. No pueden culparnos a todos porque unos “hooligans” asistiesen a la manifestación», trata de establecer diferencias. Eske Vinther-Jensen, autora danesa de informes sobre desinformación en las redes sociales, explica que este movimiento es «una confluencia de muchas actitudes diferentes, mezcla de grupos contestatarios, antivacunas, profesionales de la salud alternativa y personas muy críticas con la forma en que los políticos están gestionando la pandemia, que están en contacto a través de las redes sociales y que trasvasan las fronteras nacionales formando un movimiento a la vez en varios países».
Tanto en Países Bajos como en Dinamarca, estos movimientos en las redes sociales se han transformado en protestas violentas en las calles. El psicólogo y escritor Rüdiger Reinhardt, explica que «utilizan preguntas y miedos legítimos para explotarlos de acuerdo a sus propios fines» y que las afirmaciones falsas difundidas en las redes y que levantan olas de comentarios, como «23 personas en Noruega han muerto después de ser vacunadas», salen de frases descontextualizadas de informes médicos que se comparten de forma viral. Pero muchos de los internautas que terminan en las manifestaciones, sin participar en teorías de la conspiración, muestran dudas razonables acerca de la forma en que los gobiernos imponen decisiones sin contar con los parlamentos.
Suecia y Países Bajos
En Suecia las protestas se han organizado en torno al sacrificio de millones de visones y contra el cierre de fronteras. En Países Bajos la Policía ha detenido a cientos de manifestantes que desde el pasado fin de semana protestan violentamente cada noche contra el toque de queda. En Alemania los manifestantes estuvieron a punto de asaltar el Bundestag. «Se están aplicando leyes urgentes, que se aprueban muy, muy rápidamente, y que violan nuestros derechos», insiste Jakobsen, «durante meses, la gente ha estado golpeando ollas y sartenes, tratando de crear conciencia contra esta injerencia en los derechos ciudadanos, pero ustedes, los periodistas, no les hacen caso», se queja, en referencia a las regulares manifestaciones pacíficas ante el Christianborg durante todo el otoño. «De lo que estamos hablando es de que muchas personas pierden su trabajo y se quedan en la calle», dice Ali Sufi, rapero miembro de los «Hombre de Negro», «yo trabajo en la música y los paquetes de ayuda no están diseñados para gente como yo. Lo que queremos decir es que se están tomando decisiones dañinas sin siquiera consultar a la ciudadanía y que ni siquiera permiten que hablemos de ello sin tacharnos de negacionistas o de locos, cuando lo único que queremos decir es que se pueden hacer las cosas de otra manera y que estos políticos no tienen ni idea».
«Nos parece bastante notable lo bien que están conectados estos grupos, con cientos de miles de miembros que no dudan en difundir denuncias irreflexivas», describen los voluntarios de Goldener Aluhut, organización que trata de combatir estos movimientos y bautizada con el sombrero de papel de aluminio con el que el protagonista de The Tissue-Cultur King, de Julian Huxley, creía poder bloquear los efectos de la telepatía, «y el hecho de que los parlamentos eviten el debate solo sirve para alimentarlos».
A las órdenes de la Policía
«Comenzamos esto porque creemos que algo anda mal en Dinamarca y hemos colaborado con la Policía y cumplido sus órdenes», se defiende el movimiento Bien organizados
En las redes sociales sorprende lo bien que estos grupos están conectados, con cientos de miles de miembros que no dudan en difundir denuncias irreflexivas