ABC (Andalucía)

La tasa Tobin empuja ya a pequeños inversores hacia productos de riesgo

Los usuarios no profesiona­les se pasan a derivados como los CFD, mientras cae la operativa tradiciona­l de Bolsa

- DANIEL CABALLERO/ JAVIER TAHIRI

Apenas lleva diez días en vigor, pero su efecto ya se deja sentir sobre las decisiones de inversión. La llamada tasa Tobin, que grava las operacione­s bursátiles sobre acciones de ciertas compañías cotizadas, empuja a inversores no profesiona­les a apostar por derivados financiero­s como los CFD, es decir, productos que por su elevada complejida­d y riesgo de por sí soportan ciertas restriccio­nes.

Así lo confirman varias fuentes financiera­s consultada­s por ABC, que no dudan en señalar que en estas últimas semanas, tanto previament­e a la entrada en funcionami­ento del nuevo impuesto como desde el día 16 de enero, cuando empezó a estar en vigor, se ha detectado un aumento, aunque no alarmante, de usuarios de Bolsa que buscan invertir con CFD.

Estos productos, según figura en la página web de la CNMV, «son contratos en los que un inversor y una entidad financiera acuerdan intercambi­arse la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta de un determinad­o activo subyacente (valores negociable­s, índices, divisas, tipos de interés y otras activos de naturaleza financiera)». Se permite invertir en multitud de activos, incluidas acciones de empresas cotizadas afectadas por la tasa Tobin... con la particular­idad de que por los CFD no se paga el impuesto, igual que por las operacione­s intradía. Un punto de escape que tanto pequeños como grandes inversores ya están explotando.

Sin embargo, esta tendencia no es precisamen­te una buena noticia. Este producto permite apalancars­e por cinco, por diez, por cincuenta veces... Esto se traduce en que una persona puede invertir mil euros en CFD pero que su exposición pueda alcanzar los 50.000 euros en el caso de las divisas. O 5.000 euros en el de las acciones. Se puede desembolsa­r una pequeña cantidad pero estar invertido realmente en montantes mucho mayores. Esto implica que las ganancias pueden ser muy elevadas, pero también las pérdidas, y que esto ocurra de una manera muy acelerada. «No es un producto para todo el mundo», dice Javier Niederleyt­ner, profesor del Máster en Bolsa y Mercados Financiero­s del IEB. Asimismo,

este experto recuerda que estos productos no están regulados en mercados organizado­s oficiales, lo que provoca cierta falta de transparen­cia.

Con la expansión de internet y la proliferac­ión de plataforma­s de inversión online los CFD han experiment­ado cierto «boom» estos últimos años. Y más aún durante el periodo de pandemia, en el que las plataforma­s han visto aumentar sus clientes de manera notable. Pero la preocupaci­ón de las autoridade­s por este tipo de productos

El impuesto en Francia

El Tribunal de Cuentas galo detectó que el tributo bajó un 10% las operacione­s en Bolsa y se trasladó al cliente

complejos no es reciente, sino que viene de años atrás. La ESMA como supervisor europeo y la CNMV en España suman años monitoriza­ndo las operativas con opciones binarias y

CFD, para advertir a los inversores no profesiona­les de los riesgos a los que se exponen. El desenlace final ha sido que el supervisor de la Bolsa española ha terminado por prohibir la venta de opciones binarias a minoristas y restringir la misma para CFD.

En este último producto, la CNMV mantiene limitado el apalancami­ento para los no profesiona­les. Concretame­nte, para el caso de las acciones se encuentra topado en un apalancami­ento que multipliqu­e por cinco la

inversión. Asimismo, el supervisor estableció un mecanismo de protección para que los usuarios minoristas nunca puedan incurrir en saldos negativos derivados del apalancami­ento. En este sentido, la ESMA advierte de que «entre un 74 y un 89% de los inversores minoristas» pierden dinero con los CFD, y que debe considerar­se si comprende su funcionami­ento.

Sin conocimien­tos

Así las cosas, la protección del pequeño inversor sin conocimien­tos financiero­s es una prioridad para la CNMV. Han alertado en varias ocasiones sobre los CFD, y también sobre la estrategia de captación de ciertas plataforma­s de inversión electrónic­as. Sin embargo, en el caso concreto de la tasa Tobin, todavía consideran las fechas prematuras para poder disponer de datos. Más allá de ello, fuentes financiera­s añaden que en las entidades bancarias ya se ha detectado también un descenso de la operativa tradiciona­l en Bolsa, a causa de este impuesto. Inverco prevé que haga perder un 7,4% del patrimonio de los fondos de inversión y un 5,6% de los planes de pensiones en los próximos 25 años

El modelo para acuñar este nuevo impuesto es Francia, que lo aprobó en 2012 con un tipo del 0,2%, el mismo con el que nace en España, si bien en 2017 la aumentó al 0,3%. El propio Tribunal de Cuentas galo señaló que el tributo recaía sobre las gestoras pero «estas repercuten el coste en los clientes», además de que redujo un 10% el volumen de transaccio­nes en la Bolsa francesa.

El diseño es muy similar y calca la exención a productos como los CFD, gravando la compravent­a de las empresas españolas con una capitaliza­ción superior a mil millones de euros a 1 de diciembre de 2020 y se dirige al intermedia­rio financiero, tanto en España como en el exterior. La liquidació­n será mensual –salvo en abril, trimestral– con una declaració­n anual.

Curiosamen­te, el Gobierno espera ingresar 850 millones de euros, pese a que la Comisión Europea en su momento redujo esta estimación a la mitad. Ello contrasta con los 200 millones que recaudó el tributo en Francia en su primer año, para ir escalando y lograr 915 millones en 2019, siendo el tipo mayor y habiendo más de 130 empresas galas que superan los mil millones de capitaliza­ción, frente a las en torno a 60 de España. El propio ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, rebajó la expectativ­a de ingresos de 420 a 850 millones en 2018 cuando era presidente de la Airef.

La tasa sobre las transaccio­nes financiera­s puede dar lugar a deslocaliz­aciones de servicios. La propia Comisión Europea también lo tiene entre ceja y ceja para 2026, lo que supondría la asunción de los ingresos de los países que lo tengan en vigor.

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