¿Qué son y qué implica invertir en CFD?
Los CFD son «contratos por diferencia». Esto significa que la plataforma de inversión (bróker) lo que paga al inversor es una diferencia entre el precio de compra y de venta de determinados productos; una horquilla con esas diferencias de precio, que replican el activo subyacente, como recuerda Javier Niederleytner, profesor del IEB.
El principal riesgo de los CFD es el apalancamiento que permiten. Esto significa que con una inversión real de 1.000 euros, podemos estar expuestos como si realmente hubiéramos desembolsado 50.000 euros, por ejemplo. Esto implica que las ganancias se multiplican de manera muy rápida, pero también las pérdidas. Además, como indica el experto del IEB, no se contratan en mercados organizados oficiales.
Sí, pero con restricciones. Para poder operar por CFD, el bróker a través del que se invierta ha de realizar un test para comprobar que se conocen los riesgos a los que uno se expone y que se conoce el producto. Sin embargo, esto no es una fórmula infalible para evitar que personas sin conocimientos financieros entren a este tipo de inversiones. Asimismo, los minoristas que logran superar este test no tienen «barra libre» para apalancarse, sino que por ejemplo en acciones está limitado a multiplicar la inversión por cinco. En el caso de los usuarios profesionales, para lo que se requiere pasar más trámites, esa limitación decae.
Podría llegar a ser una posibilidad, en caso de que se demuestre que se contrató un producto sin comprender en qué consiste ni los riesgos que soporta, así como por la falta de transparencia en ciertos casos.