El Gobierno se pliega a la presión
«una forma de desviar la atención sobre el hecho de que buena parte de la población no está de acuerdo con unas medidas que se nos están imponiendo sin debate parlamentario».
Quien así lo explica es Martin Rutter, activista de Carintia y uno de los detenidos el domingo. «Se está impidiendo un debate público sobre unas medidas que no solamente restringen libertades fundamentales, sino que además van a tener como consecuencia que muchos de nosotros nos arruinemos», explica la motivación de las protestas, «y se nos niega incluso el debate público al respecto».
«Antiautoritarias»
«La mayoría de estas personas son antiautoritarias y se sienten alienadas por un sistema político tradicional en el que no encuentran respuesta», dice el sociólogo Oliver Nachtwey, autor del estudio «Sociología política de las protestas coronavirus». Su encuesta a 1.150 participantes en las protestas de Querdenken arrojan como resultado que «se trata de un movimiento nuevo y sorprendente, porque conecta entornos muy dispares entre sí, que votan igualmente a Los Verdes o a AfD (partido antieuropeo Alternativa para Alemania) o a Die Linke (La Izquierda). «Están decepcionados por los partidos políticos, por la ciencia, por los medios de comunicación. También hay trabajadores y empresarios que ven peligrar su sostén económico. Pueden ser burgueses o izquierdistas, pero están de acuerdo en que los gobiernos están vulnerando sus derechos».
La última manifestación en Viena, que terminó con 250 detenciones, ha hecho suficiente presión sobre el gobierno de coalición entre el conservador Sebastian Kurz y Los Verdes. Ayer fue anunciada la reapertura de colegios y algunos servicios desde el lunes próximo.