La tercera ola se ceba con los enfermos de cáncer▶ uno de cada cinco casos sigue sin diagnóstico
∑La Sociedad Española de Oncología pide «perseverar» frente al estrés del sistema. Los familiares de fallecidos, que se revisen los protocolos
En 2021 habrá en España alrededor de 276.239 nuevos casos de cáncer (158.867 en hombres y 117.372 en mujeres). A este número habrá que sumar hasta un 21% de tumores no diagnosticados durante la pandemia de coronavirus, una cifra que se ha mantenido estable durante el año pasado. Es una de las consecuencias que el Covid-19 está teniendo sobre otras enfermedades graves, que están dejando de ser diagnosticadas por la saturación de un sistema sanitario cada vez más estresado. Es la denuncia en la que ayer volvió a incidir la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), tras publicar «Las cifras del cáncer en España» para este 2021.
«Tras la primera ola de la pandemia en España confirmamos que uno de cada cinco de los pacientes nuevos que veíamos mensualmente no lo estamos tratando, no están siendo diagnosticados», contó el presidente de Seom, el doctor Álvaro Rodríguez-Lescure en la presentación ayer del informe. La consecuencia directa de este retraso es un diagnóstico en fases más avanzadas, con menos opciones terapéuticas y un compromiso, en consecuencia, de la supervivencia. Estos meses en los que hubo menos diagnósticos coincidieron con la primera ola y el confinamiento▶ «Ahora hay que hacer un esfuerzo para recuperar ese retraso», afirmó el doctor.
Sin embargo, desde Seom son conscientes de que la saturación del sistema, sobre todo en Atención Primaria, provoca que exista ese muro entre los pacientes y la Sanidad. «Es un drama, pero hay que insistir cuando alguien tiene síntomas sospechosos», lamentó el presidente de Seom. En esta línea, la asociación El Defensor del Paciente ha alertado de que si en la primera ola los más perjudicados fueron los ancianos de, ahora «los más damnificados son los enfermos de cáncer».
Tres meses de insistencia
No fue perseverancia lo que le faltó a Sonia Sainz-Maza, fallecida por cáncer de colon el pasado 13 de agosto a los 48 años tras ser diagnosticada telefónicamente con lumbalgia. En el mes de abril comenzó a sentir un dolor en la pierna, el primer síntoma de un cáncer que ya se le extendía por el hueso. Desde ese momento comenzaron tres meses de consultas telefónicas con su centro de
INCIDENCIA
Estimación para 2021, sin incluir los efectos del coronavirus Nuevos casos de cáncer
Hombres
Mujeres
MORTALIDAD
Enero-mayo 2020. Los datos siguen mejorando debido a la prevención y al diagnóstico precoz
En %
porque en el hospital de Valladolid no lo tenían claro». Esta madre recuerda que en su última visita al hospital de la capital castellanoleonesa contaron al neurocirujano que a Lidia se le olvidaban cosas y se le trababan las piernas. Pero su tratamiento no podía comenzar hasta que no llegaran los resultados, por lo que hasta el día en que murió estuvo tratando su dolor de cabeza con paracetamol.
Al otro lado del teléfono, su madre aún no puede comprender cómo Lidia falleció sin tener un tratamiento adecuado, y aunque su caso junto al de Sonia y otros tantos, se encuentra en investigación por parte de la Fiscalía, pide justicia por todas aquellas veces que le preguntaron «si no sería una depresión» lo que acechaba a Lidia. Uno de sus mayores pesares será preguntarse si su hija podría haber vivido «si le hubieran hecho las pruebas adecuadas y sin precipitarse con la intervención». A los cuatro días, recuerda, ya estaba en casa, con 94 grapas alrededor de su cabeza.
De su bolsillo
Ció Lerma acaba de ser operada de un cáncer de riñón después de pagar de su propio bolsillo unas pruebas catalogadas como «prioritarias» y no «urgentes» en la Seguridad Social, por lo que fueron pospuestas. Las que tenía programadas para el mes de marzo se las pasaron a junio, y una vez que llegó el día tuvo que hacer una visita telefónica por la situación de la pandemia. «La doctora volvió a solicitar mis pruebas anuladas y me dijo que no se podían aplazar, que si en septiembre no las tenía las exigiera», cuenta a ABC Ció, de 47 años. Una vez que llegó septiembre y ante la suspensión (de nuevo) de sus análisis optó por solicitar la prueba a un médico privado.
En el TAC apareció un tumor renal, que además había que extirpar de manera urgente. «Con estas pruebas ya hechas me fui a Atención Primaria. Me dijeron que si se podía me operarían antes de acabar el año», pero la pandemia se complicó y fue entonces cuando lanzó un tuit desesperado pidiendo ayuda. Finalmente, fue intervenida con éxito el 14 de enero. Si no hubiera sido por su iniciativa, «probablemente aún estaría por diagnosticar mi caso», confiesa.