Portugal recurre a ambulancias como hospitales de campaña
España ofrece ayuda y Simón alerta de que nuestro país también «está en una situación complicada»
El Sistema Nacional de Salud de Portugal vive su peor pesadilla en medio de la tercera ola de la pandemia de coronavirus. Las imágenes de los hospitales colapsados desgarran a los ciudadanos lusos como si del fado del colapso se tratara.
La red de centros adolecía de una falta de inversiones, congeladas por el Gobierno socialista, durante los últimos cuatro años y semejante circunstancia ha terminado por culminar en una Sanidad infradotada y ubicada en edificios no siempre actualizados, como refleja el vetusto Hospital de Sao José.
Pero es el Hospital de Santa María el que se ha convertido en el epicentro de la batalla portuguesa contra la nueva infección. Y allí, en los alrededores de la Ciudad Universitaria, se dibuja un horizonte desolador.
Basta acercarse brevemente a la avenida Egas Moniz para calibrar la dimensión de la tragedia▶ las ambulancias se agolpan a las puertas, no porque aguarden para arrancar los motores sino porque albergan a pacientes que no caben en el interior.
La tensión se palpa en la zona, con el personal apostado en la acera en espera de un momento que parece no llegar nunca. Y, para colmo, circundar el mastodóntico bloque ofrece otro panorama de difícil digestión.
Contenedores con cadáveres
¿Qué son esos contenedores que se arremolinan en un lateral? No, no son módulos prefabricados para utilizar como aseos de reposición. Son cámaras frigoríficas donde se agolpan los cadáveres que ya no puede recibir ni la morgue adjunta ni la de otros hospitales que no se hallan tan lejos de la zona.
Así las cosas, llega el eco a Lisboa de la llamada que realizó el Ministerio de Asuntos Exteriores español al embajador de Portugal en Madrid, Joao Mira Gomes. Una activación de solidaridad en toda regla, que queda pendiente de concretarse a lo largo de los próximos días.
Los muertos se acumulan día a día en este reguero fatídico del Portugal de hoy, aunque ahora que se hacía evidente la necesidad de auxilio externo la posibilidad de la cooperación desde España se recibe como un soplo de aire fresco en el Palacio de Sao Bento, residencia del primer ministro, António Costa.
En principio, los detalles de la colaboración deberían incluir el traslado de los enfermos graves a suelo español y tal vez de esta forma no sea finalmente necesario recurrir a Austria.
Trámite farragoso
Pero, en todo caso, deberán articularse los mecanismos exactos que se han de activar. Pero la modalidad concreta todavía ha de decidirse y los portugueses saben que las competencias de Salud están transferidas a las comunidades autónomas. En principio, esta circunstancia puede contribuir a que los trámites sean más farragosos y es ahí donde radica la clave para comenzar por un periodo de reflexión al respecto.
Fin al toque de queda
Lo que está claro es que muchos portugueses se muestran más tranquilos sabiendo que, llegada una eventualidad extrema, pueden acabar rodeados de personal sanitario del país vecino. Y es que la radiografía de la Sanidad lusa, a día de hoy, se aproxima a la que acontece en medio de una guerra. La cepa británica se da la mano con la brasileña y el abismo en Portugal acecha sin remisión.
Solo en el archipiélago de las Azores se atisba un rayo de esperanza, como demuestra el hecho de que la capital de la isla principal, Ponta Delgada, ha mejorado sus cifras hasta el punto de dar por finalizado el toque de queda.