160 AÑOS DE UNA SÓLIDA INSTITUCIÓN
a evitar la despoblación. Dinamizó el crédito territorial, favoreciendo la generalización a amplias capas sociales de las hipotecas como garantía para obtener crédito. Democratizó la vivienda en propiedad.
Una institución que apoya mecanismos de equidistribución, como el urbanismo, cualquiera que sea la legislación autonómica aplicable, favoreciendo la unidad del mercado inmobiliario. El registro es hoy colaborador necesario en la protección del medio ambiente, del patrimonio cultural y del dominio público▶ de la sostenibilidad.
La lucha contra los delitos cuyos indicios resultan del Registro, en estrecha relación con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, está presente desde el inicio, canalizándose desde el 2015 a través del Centro Registral Antiblanqueo y el Registro de titularidades reales. La adaptación tecnológica permite procesos registrales totalmente telemáticos, utilizando la firma electrónica, aunque manteniendo en paralelo el servicio presencial para evitar la brecha digital.
En el centro de la Institución siempre las personas▶ los titulares de los derechos; los ciudadanos a quienes el Registro asiste; y las personas que lo sirven▶ los registradores y sus equipos. Una buena ley requiere buenos profesionales que la apliquen. El legislador optó por crear la figura del registrador, atribuyéndoles en exclusiva el control de legalidad de la documentación que accede al Registro para acogerse a los fuertes efectos de la inscripción. El legislador exigía que «tuvieran conocimientos científicos», «prestigio», que «inspiraran confianza», que aplicaran las leyes acercándolas a las necesidades sociales, con independencia e imparcialidad.
Durante la pandemia el servicio registral se declaró servicio esencial, poniendo a prueba nuestra vocación de servicio público. Los registradores, hoy y siempre, trabajamos cada día para estar a la altura de la misión que la Ley, en 1861, nos encomendó.