Todos los partidos, contra el único ganador previsto el 14-F: la abstención
Ni los partidos independentistas ni los constitucionalistas ofrecen propuestas estimulantes para una legislatura con pocas expectativas de cambio
Pedro Sánchez SEC. GRAL. DEL PSOE «La propuesta independentista es odio eterno. La división perpetua»
Santiago Abascal PRESIDENTE DE VOX
La mayoría del PP «no sirvió para parar un golpe de Estado y obligar a un 155 duradero»
Pablo Iglesias
SEC. GRAL. DE PODEMOS
«No vivimos una situación de plena normalidad democrática»
Unas elecciones en las que todos tienen mucho más que perder que lo que pueden ganar. Los partidos echaron ayer el cierre a la campaña electoral de unos comicios que se celebran mañana en condiciones excepcionales por la situación sanitaria y que, a diferencia de convocatorias pasadas, ofrecen más bien pocos estímulos a los ciudadanos y muchas trampas a las formaciones que concurren.
El convencimiento de que los dos bloques en los que está partida la sociedad catalana están condenados a un agotador y frustrante empate no se disipa. Ni el independentismo aspira ahora mismo a mayor recompensa que a permanecer en el poder, ni el constitucionalismo tiene suficiente empuje como para darle la vuelta por completo a una comunidad agotada en todos los sentidos.
Si en las llamadas plebiscitarias de 2015, en la fase álgida del ‘procés’, el secesionismo ganó pero no superó el objetivo de alcanzar el 50%, en las elecciones de 2017 el constitucionalismo quedó en primer lugar (Cs) pero el independentismo siguió controlando el Parlament y la Generalitat. Frustrados unos y otros, una evidente depresión agravada por las consecuencias de la pandemia se ha instalado en Cataluña. Los partidos asumen que cuando mañana se conozcan los resultados puede que tengan poco que celebrar.
El tono agrio y crispado que marcó el último de los debates televisados puede ser indiciario de lo que está por venir. Sin demasiada épica, asumiendo los dos bloques que la próxima legislatura no será demasiado estimulante –ni la independencia es un objetivo realista a corto plazo, ni el ‘procés’ y sus consecuencias van a desapecer de un día para otro–, los partidos cerraron ayer la campaña con una sucesión de mítines en la mayoría de casos virtuales, marcando un alejamiento obligado por la pandemia pero que es también una metáfora política. Las encuestas apuntan a una probable repetición del actual equilibrio de fuerzas en el Parlament y una abstención récord. Es lo que hay.
Disputa Junts-ERC
Incluso si el independentismo pincha y no supera la mayoría de 68 diputados, los vetos cruzados señalan el camino a un probable escenario de bloqueo. Nadie descarta que a la vuelta del verano los catalanes vuelven a ser llamados a las urnas.
En un lado, en el bloque independentista disputan una feroz batalla Junts y Esquerra, en la continuación de la guerra sostenida que han mantenido en los últimos años. Quien más tiene que perder es ERC, que aspira a la mayoría de edad y a superar por primera vez el espacio que representa Junts, que con Laura Borràs y Carles Puigdemont confía en pasarles de nuevo por delante como en 2017.
La frustración en ERC podría ser tan mayúscula como su necesidad de seguir amarrados a sus rivales para mantener la cuota de cargos y poder acumulados. Mientras una parte del partido, la más pragmática, abogaría por una entente con el PSC para mandar a Junts a la oposición, la corriente les sigue empujando hacia el pacto con sus socios y rivales neoconvergentes. Los hechos de 2017 aún son demasiado recientes y ERC no está lo bastante madura.
Pere Aragonès trataba ayer de hacer equilibrios, sosteniendo que el acuerdo por escrito firmado comprometién
Inés Arrimadas, ayer durante un acto de apoyo a la equiparación salarial de cuerpos policiales
Inés Arrimadas
PRESIDENTA DE CS «No quiero la corrupción, ni la
del 3%, ni la del PSOE ni PP, ni la de los nuevos partidos»
Pablo Casado
«Estamos en contra de los radicalismos iliberales, sean independentistas o populistas de derechas»