ABC (Andalucía)

Cataluña, entre seguir en el bucle o comenzar a enterrar el ‘procés’

∑El riesgo de nuevas elecciones en julio, el impacto de la abstención o el alcance del llamado ‘efecto Illa’ son algunas de las incógnitas a despejar hoy

- ÀLEX GUBERN / MIQUEL VERA

os catalanes acuden hoy a las urnas en unas elecciones precipitad­as por la inhabilita­ción de Quim Torra el pasado mes de septiembre. Con su voto, los electores tienen dos opciones, perseverar en el proceso independen­tista o pasar página. En ambos casos, los dos bloques detrás de cada una de estas opciones asumen que el equilibrio de fuerzas se mantiene, y que nadie tiene la fuerza suficiente para un giro radical. En el campo secesionis­ta, y pese a las proclamas y épica habitual en campaña, se tiene claro que un escenario como el de 2017 es ahora mismo irrepetibl­e aunque el voto soberanist­a rebase el 50% de los sufragios, algo que hasta ahora no han logrado. Del mismo modo, en el campo constituci­nalista se asume también que, aunque el PSC pudiese ganar las elecciones, lo más probable es que el soberanism­o siga mandando en la Generalita­t. Cataluña seguirá instalada probableme­nte en el empate político. La perspectiv­a no es nada estimulant­e, sin descartar que, en caso de que el secesionis­mo pierda la mayoría, el bloque constituci­onalista no tenga bastante fuerza como para elegir presidente superando el bloqueo ‘indepe’. La perspectiv­a de una repetición electoral en julio sigue encima de la mesa.

Al margen de la gran disyuntiva entre continuida­d o cambio, los comicios tienen otras muchas incógnitas que los resultados deberían despejar, desde el impacto electoral de votar en plena tercera ola de la pandemia, al resultado del regreso a Cataluña del exministro Salvador Illa, la pugna por la primacía en la derecha o el resultado del asalto final entre Junqueras y Puigdemont.

LEL IMPACTO DE LA PANDEMIA: POLÍTICA REAL FRENTE A QUIMERAS La pandemia de coronaviru­s ha tenido un colosal impacto sanitario y económico en Cataluña, como en el resto de España. Está por ver si la crisis afectará también el comportami­ento político de los catalanes. Algunas pistas. El pasado mes de julio el CEO (equivalent­e catalán del CIS) publicó una encuesta en la que ya se percibía un cierto efecto en la afección popular al proyecto soberanist­a. Así, el número de entrevista­dos que considerab­an que la relación entre Cataluña y España era el primer problema de la comunidad había caído notablemen­te, pasando del primer al tercer lugar (del 24,3 al 14,3%) en un podio en el que se disparó la preocupaci­ón por la salud (cuestión que pasó del cuarto al primer lugar). En la anterior oleada del CEO la sanidad era importante para el 6,2% de los catalanes, en verano lo era ya para el 29,4%. Desde el constituci­onalismo se celebra, y confía, en que el impacto del Covid-19 haya puesto lo sustancial –la economía, la salud...– por delante de las quimeras.

El cambio de prioridade­s que esbozaba esta encuesta del CEO podría tener repercusió­n en las urnas, aunque por el momento su principal efecto es una desafecció­n importante hacia los partidos políticos, en general. Así las cosas, el 45,5% de los entrevista­dos reconocía en julio que ninguna formación estaba capacitada para dar una buena respuesta a sus problemas. Desde el punto de vista electoral, ello podría perjudicar tanto a ERC y Junts como al PSC y a los comunes por sus responsabi­lidades en la gestión de la pandemia desde la Generalita­t y el Gobierno, respectiva­mente. ERC, por ejemplo, tiene en sus manos el área de Salud y la responsabi­lidad sobre las residencia­s, lo que Junts no ha pasado por alto obviamente.

ABSTENCIÓN DIFERENCIA­DA O IMPACTO GENERAL

La participac­ión es otro de los factores clave a tener en cuenta este 14-F. Se da por hecho que una baja participac­ión –se estima que caerá un mínimo de 20 puntos sobre la cifra récord del 79% de 2017– beneficiar­á a las opciones más extremas (principalm­ente a Vox y a la CUP), ya que tienen un electorado más movilizado y con una baja participac­ión sacan más rédito de sus apoyos. Que los colegios y centros de votación no se muestren llenos también podría beneficiar al independen­tismo, cuyo electorado tradiciona­lmente participa más en cualquier cita electoral, especialme­nte en las elecciones autonómica­s. Con este panorama, todos los partidos han hecho en esta campaña insistente­s llamamient­os a evitar la abstención, aunque puede que no todas las llamadas sean sinceras. Antes se desempeñar­on también a fondo en la promoción del voto por correo, que ha crecido un 180%. Algunos analistas en el campo no secesionis­ta denuncian una inicial campaña del miedo para desincenti­var el voto.

tructuras y el discurso nacionalis­ta hegemónico.

ESCENARIO DE BLOQUEO Y REPETICIÓN ELECTORAL

Se da por descontado que si los partidos secesionis­tas superan la barrera de los 68 diputados –así lo adelantan los sondeos–, repetirán la fórmula que en distintos formatos mantienen desde 2015. De no ser así, se abren más escenarios. La posibilida­d de un gobierno de izquierdas entre PSC, comunes y ERC se antoja difícil, no tanto por el pacto firmado por el independen­tismo durante la campaña como por la lógica política. De otro modo, la posibilida­d de un gobierno constituci­onalista, o una investidur­a de Salvador Illa con el apoyo del resto, es igualmente una fórmula muy compleja políticame­nte, en tanto que debería cosechar por ejemplo el asentimien­to de Vox. En este contexto, la posibilida­d de que ni uno ni otro campo puedan superar el voto de bloqueo en la investidur­a –mayoría absoluta en la primera vuelta, simple en la segunda– podrían conducir a una repetición electoral que, según el calendario, podría producirse a mediados de julio.

REEQUILIBR­IOS DE FUERZAS EN EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS El resultado electoral en Cataluña tendrá consecuenc­ias obvias en la política nacional. La capacidad de resistenci­a de Cs o la hipótesis de que Vox supere al PP son elementos a tener en cuenta. Por parte del Gobierno, también hay mucho en juego. Una derrota de ERC en manos de Junts podría leerse como una amonestaci­ón del electorado independen­tista a la política de diálogo que proclama la actual dirección republican­a, siempre volátil a la presión de la militancia, poniendo en cuestión el apoyo de los de Junqueras al Gobierno. Una radicaliza­ción del panorama ‘indepe’ en Cataluña podría romper la actual entente y poner en cuestión la agenda de apaciguami­ento diseñada por Sánchez –con los indultos como primera etapa–, una recomposic­ión del actual equilibrio en el Congreso que, con los Presupuest­os ya aprobados, podría llevar al PSOE a intentar nuevas fórmulas.

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