Este profesor de Expresión Corporal de Jaén recibirá en unos días el premio Educa Abanca como mejor docente universitario de España
Javier Cachón, antes de la entrevista en la Casa de ABC de Sevilla
El mejor profesor universitario de España, según los premios Educa Abanca, tripitió segundo de BUP. Un día entendió aquella frase que le dijo aquel maestro al que pidió salir al recreo▶ «Señor Cachón, quedan 25 segundos de pasión por la Literatura» y decidió que la docencia y no el fútbol sala sería su futuro. Hoy forma en Expresión Corporal a futuros docentes y se siente orgulloso de que un alumno le llame entre jadeos desde la línea de meta del maratón de Valencia, porque era a la primera persona a la que quería dar la noticia de su éxito▶ el profesor que le puso ante el reto de completar una primera gran carrera con un duro entrenamiento en el que el alumno dejó muchos kilos y ganó autoestima.
–Según Kapuscinski para ser periodista hay que ser buena persona ¿Qué debe ser un buen profesor?
–La esencia de todo es ser buena persona, si no al final abogaremos por un discurso de haz lo que yo diga y no lo que yo haga y eso es el peor de los ejemplos posibles; para muestra, la política a día de hoy. Pienso que en un colegio de Infantil o Primaria debe haber una educación en valores. De qué sirve enseñar unos contenidos curriculares espectaculares de matemáticas si no le enseñas al niño la percepción del bien y del mal y cómo definirlo, si no le enseñas solidaridad, respeto, humanidad... todas esas cosas para mí tienen más valor.
–¿Deben venir los niños con los valores aprendidos de casa?
–Por supuesto. La casa y el colegio no pueden ser entes separados. Cuando trabajé en colegios sufrí tutorías durísimas en las que tuve que decir a los padres▶ tú gobierna tu casa que yo gobierno mi clase; otros padres delegaban en ti por tu sapiencia mucho más que contenidos y los había que, con sapiencia en valores, me complementaban, y yo a ellos. Creo que es una de las asignaturas de los centros públicos en España. Hay que incorporar a las familias en el colegio.
–Sin embargo hay un reproche permanente entre familia y colegio cuando algo falla.
–Totalmente. Antes los más respetados en el pueblo eran el cura y el maestro porque tenían acceso a los libros, cosa que a día de hoy todo el mundo tiene a golpe de clic. Eso hace que se entienda mal lo que es el conocimiento. Una cosa es que tú conozcas muchas cosas y otra que sepas transferirlas.
–¿Cree necesario que las instituciones tengan que restituir la autoridad del docente por decreto?
–Me parece muy triste que se haya llegado a ese punto.
–¿Ha sufrido alguna vez a algún alumno desmotivado que pervierte la dinámica de grupo de la clase? ¿Cómo se actúa en estos casos?
–A mí es que ese tipo de alumno me gusta mucho. Lo veo como un reto. Yo no entiendo una clase de primero o segundo de primaria con todos los niños perfectos bien sentados, de hecho me daría hasta miedo. Necesito niños vivos, que no le echen un pulso constante a las reglas pero que focalicen su atención en jugar antes que en aprender. Al final hay instrumentos para que el juego se torne en atención y en aprendizaje. En la Universidad es diferente, te encuentras de todo, otro tipo de prioridades▶ estudian para aprobar en vez de aprender y eso es muy difícil cambiarlo en cuatro meses. Al final yo te abro la puerta del conocimiento pero nunca te empujaría a que la pases, tendrías que acceder tú a ella, porque la proposición es un éxito ante la imposición.
–Conoce bien todas las etapas educativas y su misión es formar a formadores ¿Piensa que la Educación Secundaria cumple la función de itinerario a los estudios superiores? –A título personal confío mucho en mis alumnos universitarios y eso será así siempre. No soy de echar culpas a una etapa educativa porque no me sirve para nada. ¿Que vienen poco preparados? Creo que sí. No sé en qué momento se rompe el aprendizaje, entiendo que todo parece enfocado a una cultura de sacar nota para selectividad, donde unos contenidos se priorizan sobre otros como ortografía, expresión, lectura comprensiva, que pueden parecer contenidos propios de la Primaria pero de los que adolecen los jóvenes hoy. Yo hago el primer día de clase un examen
de cultura general anónimo para hacerles partícipes de que una vez aprendieron algo y lo olvidaron por estudiar para aprobar y no para aprender. Las preguntas van desde un dictado de cuarto de Primaria hasta pedir el nombre de dos autores de la Generación del 27, pasando por dónde nace un río español o por el nombre del pico más alto de España. Y es increíble como algunos alumnos no solo dejan en blanco preguntas sino que se arriesgan a equivocarse. Está bien que se arriesguen, pero la capital de Inglaterra no puede ser nunca Nueva York. Y van a ser maestros en dos años. Eso pasa en todas las carreras.
–Para el premio ha pesado la opinión de sus alumnos. ¿Qué distancia debe mantener un docente con sus alumnos y qué riesgos entraña quedarse corto o pasarse en esa distancia?
–Yo abro la caja de Pandora con mucha frecuencia. Me mantengo joven de mente, de imagen, pero también hay conflicto si te equivocas en esa distancia. En línea con la humanización del proceso educativo, no se puede tratar al alumno como un código de barras. En la Universidad pasa mucho. Mi consejo es que si no se está preparado para asumir ese reto como docente no se abra la caja de Pandora, porque puede ser contraproducente. Si aceptas el reto, tienes que armarte no solo de paciencia sino de empatía y saber que el alumnado tiene su capacidad, su edad y, sobre todo, que a veces no gestiona las emociones.
–Como formador de formadores, ¿qué ve en los profesores del mañana que no tuvieron sus profesores?
–Sobre todo el acceso a las nuevas tecnologías. En eso nuestros futuros docentes van a estar muy preparados. ¿De qué van a adolecer? Entiendo que a lo mejor de preparación básica, pedagógica, didácticas, oratoria, lectura…
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Los valores
De qué sirve transferir contenidos si no enseñas al niño la percepción del bien y del mal, respeto, humanidad
El nivel
Está bien que se arriesguen en el primer examen, pero la capital de Inglaterra no puede ser Nueva York
esa esencia que tendrán que buscar posiblemente en internet.
–Hasta ahora no se había oído hablar de oratoria o robótica en las clases andaluzas, ¿qué le parece?
–Estas generaciones de Primaria germinarán en unos años, entonces veremos los frutos. Lo que no se hizo no podremos evaluarlo. Esta manera de trabajar de la Junta de Andalucía me está gustando. No vamos a descubrir que el consejero Javier Imbroda es un gran gestor de grupos y un gran proyector de lo que nos va a venir. Es un éxito la gestión de vestuario que tenía como entrenador y eso creo que lo está trasladando a Educación.
–¿Hablar de la Universidad como fábrica de parados es una tragedia nacional?
–Totalmente. Yo hablo de los míos, mis alumnos, que irán probablemente a unas oposiciones donde los ratios son los que son. Es duro.
–Lo del uso de las nuevas tecnologías está bien, pero ¿para dar clase es imprescindible una pizarra digital?
–A la gente de mi generación nos han educado de otra manera y no lo han hecho del todo mal cuando estamos aquí. Pero es cierto que estas generaciones están creciendo con las nuevas tecnologías y si les privamos de ellas el día que lleguen a un futuro laboral adolecerán de esa base. Los gobiernos deben dotar de estas nuevas tecnología a los colegios públicos y concertados. Los privados ya se cuidan de tenerlos, y esa es una de las ventajas que casi siempre nos sacan a la pública, están mejor dotados en cuanto a medios. –¿Se pierde mucha energía en la Universidad en investigar muchas materias que tienen poca utilidad o valor añadido para la transferencia al a sociedad?
–Esto está montado para que la única manera que tengas para progresar curricularmente sea investigando. Al final lo que te da menos es la docencia. Según prosperas se reduce la carga docente. Otra cosa es qué quieres investigar, porque si descubres América dos veces de qué te sirve. Tú investigas para transferir conocimientos que sirven a la sociedad y no para transferir humo y prosperar en tu curriculum. No quiero ser el cabeza de turco que tire de la manta, pero la manta es para tirar de ella. Yo soy de barro, de clase. Soy el loco de mis clases. El año que viene he quedado con mis alumnos en que voluntariamente vamos a dar clase práctica. Lo planteé a la Universidad y me dijeron que qué haría si un alumno se lesiona. Tendremos que hacerlo en un parque público y les hago firmar un documento sobre responsabilidad para que no se me vuelva en contra. No me la pagan, pero lo necesito para sentirme completo.
El futuro
Los gobiernos deben dotar de nuevas tecnologías a los colegios públicos y concertados