ABC (Andalucía)

«Mi abuelo firmó en una servilleta, ¿me puede arreglar los papeles?»

Los notarios de los pueblos pequeños vertebran zonas donde no existe ni una oficina de Correos ni bancaria

- ROMUALDO MAESTRE

a frase del título no está elegida al azar, son miles de casos como éste de compravent­as privadas, que en su momento no se elevaron a público en los pueblos del interior de Andalucía. Aunque parezca mentira, no hace mucho tiempo, un apretón de manos o una firma en la servilleta de papel del bar eran más que suficiente­s entre caballeros. Allí donde no hay una oficina bancaria o ni siquiera de Correos, puede haber un notario leyendo un testamento o liquidando impuestos de sus clientes con la administra­ción. Vertebran de alguna manera la Andalucía deshabitad­a o en peligro de estarlo. Son el último eslabón de un Estado que les ha capacitado para ejercer tareas públicas como un divorcio sin hijos y jurisconsu­ltos de lujo que tienen que ponerse constantem­ente al día en casi todos los campos del Derecho.

Probableme­nte, un notario de pueblo no se hará rico de la noche a la mañana por sus minutas de varios ceros en la fusión de dos grandes multinacio­nales. Ni tampoco se codeará con la «crème de la crème» del mundo empresaria­l. Pero hay sensacione­s que no tienen precio y se quedan grabadas en su memoria para siempre. Como la que le ocurrió a Aurora

LCarrillo Galisteo, 31 años, tres meses en su notaría desde que el 23 de octubre de 2020 ocupó su plaza oficial en Cumbres Mayores (Huelva). «Mi primer protocolo nada más llegar aquí fue un acta con fotos de unas lindes de unos terrenos rústicos. No se me olvidaré al bajarme del coche tener que atravesar el campo y tocar con mis propias manos el pelo de las plácidas vacas que se acercaban», relata emocionada esta granadina que tenía muy claro que lo único que deseaba era no salir de Andalucía para estar lo más cerca posible de su familia.

Cada año el Colegio de Notarios saca a concurso cerca de cien plazas que quedan vacantes y cuyo único criterio de preferenci­a es la antigüedad. Existe otro sistema de oposición interna, con la que de forma voluntaria se puede subir de escalafón, pero apenas lo usan. Carrillo Galisteo afirma que en su promoción Cataluña era la región donde más trabajo había, pero que ella no se arrepiente lo más mínimo de haberse quedado en Huelva. «Es muy gratifican­te el contacto directo con el público y eso que a pesar del Covid apenas me puedo mover por las restriccio­nes impuestas y tengo que tener abiertas las ventanas de la notaría para ventilarla», sostiene. La suya está en Cumbres Mayores, 1.800 habitantes, pero también hace sustitucio­nes en Santa Olalla

MARTA GARCÍA ZORRILLA NOTARIA EN PURCHENA

«El menor volumen de trabajo de este tipo de notarías respecto de otras plazas más grandes en ciudades nos permite aprender mucho más y mejor»

del Cala y se desplaza a otros pueblos que así lo requieran. En Encinasola el ayuntamien­to le ofrece una habitación para solventar la falta de despacho para tratar los asuntos de sus vecinos. Como datos curiosos, a ella se le puede ver en muchos municipios donde un autobús del banco se desplaza una vez a la semana o en Cumbres de Enmedio, el pueblo más pequeño de Andalucía que apenas sobrepasa el medio centenar de habitantes.

Los recibos de contribuci­ón

Su trabajo básico son las herencias, préstamos hipotecari­os, testamenta­rías, poderes notariales… y toca menos el derecho mercantil de las empresas, aunque de vez en cuando le salen operacione­s societaria­s o un concurso de acreedores. «Mucha gente se acerca para que le resuelva los títulos de propiedad de bienes que no se escriturar­on. Lo primero que hacen es presentarm­e los recibos de contribuci­ón que están a nombre de su familia, pero eso no es suficiente porque los impuestos lo pueden pagar terceros y hay que hacer un tracto sucesorio hasta llegar al origen de la compravent­a», explica la joven notaria. «También en estos pueblos agrícolas se elaboran muchas rectificac­iones de superficie­s rústicas porque no se midieron bien en su tiempo o cambiaron y no están adaptadas a la realidad», añade. Lo malo es que con la pandemia por medio, muchos de los que se acercaron para empezar a arre

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