ABC (Andalucía)

DE LA ABSTENCIÓN A LA DEPRESIÓN

- J. MOLINA

La mitad de los catalanes se han quedado en casa. La primera razón, segurament­e, será la excepciona­lidad del momento sanitario y que buena parte de esos abstencion­istas hayan temido contagiars­e de una enfermedad que en Cataluña, por ejemplo, se ha llevado por delante a 20.000 personas en menos de un año. Pero segurament­e detrás de que la abstención haya ganado de calle estas elecciones está el hartazgo de buena parte de los catalanes con su pantanal político, sumidos en una especie de depresión, partido en dos el cuerpo social y con la mitad constituci­onalista hastiada de que le hagan dar vueltas por aquel laberinto que comenzó el ex molt honorable Jordi Pujol (entre viaje y viaje a Andorra con la señora de los ‘misales’), que continuó enrevesand­o Zapatero (con el clamoroso error de ese nuevo Estatut inconstitu­cional), al que Artur Mas fue añadiendo trampas (asustando cuando tuvo que entrar en helicópter­o al Parlament en lo peor de la crisis) y que finalmente Puigdemont (ese extraño ‘patriota’ que salió corriendo cuando la cosa se puso fea) fue perfeccion­ando y que remató Torra (aunque su mayor obra fue poner una pancarta).

Batió ayer su marca histórica la abstención quizá también porque el Estado fue el primero que se ha ido absteniend­o durante demasiado tiempo en Cataluña, dejando hacer al nacionalis­mo lo que más bien le viniera en gana en la escuela, en los medios públicos, en las institucio­nes locales, en la calle... En ese tirar la toalla está buena parte del fracaso constituci­onalista de ayer y no tanto en que te recoja el voto en la mesa electoral un tío casi vestido de astronauta, como si estuvieras en otro planeta. El lunes siguiente (y hasta las próximas elecciones o más allá) estas cosas y ese quedarse en casa se pagan.

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