Un gestor para no relegar a los presos
Nieto de un alcalde franquista, el actual vicepresidente ha tenido un rol secundario en el ‘procés’ a la sombra de Junqueras
Las elecciones catalanas celebradas ayer dejaron a Pere Aragonès como uno de los nombres de la jornada. El candidato de Esquerra, de perfil templado y discreto, incluso gris para algunos dentro de su propio partido, salió reforzado del pulso vivido en el independentismo. Con solo 38 años, el actual vicepresidente catalán tiene ahora a su alcance la posibilidad de ser investido gracias a la victoria en escaños del soberanismo.
Desconocido para muchos catalanes hasta que la inhabilitación de Torra lo catapultó a la presidencia en funciones de la Generalitat, Aragonès hace gala de un estilo sobrio, enemigo de las polémicas y las declaraciones incendiarias que busca reforzar a toda costa la imagen que intenta labrarse ERC como partido de gestión frente a las constantes provocaciones y bufonadas de Junts.
Con todo, el republicano tiene en su haber algunas imágenes de su etapa como líder de las juventudes republicanas que matizan su actual posado de hombre templado y moderado. ¿La más significativa? Una en la que posa un cartel en el que se puede leer «Cada segundo España nos roba 450 euros». Todo el mundo tiene un pasado y el de Aragonès también está marcado por otro recuerdo más cercano, el de su papel en la Generalitat tras la intervención del gobierno autonómico en virtud de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en 2017. Tal y como se encarga de recordar el independentismo más irredento cada vez que los republicanos proclaman su compromiso secesionista, Aragonès se quedó entonces en la sala de máquinas del Govern cuando todos sus compa- ñeros fueron cesados. Al igual que Elsa Artadi, otro de los nombres que saltó de la segunda fila del ‘procés’ al frente del movimiento cuando los líderes del 1-O huyeron o entraron en prisión, Aragonès conservó su cargo –era secretario de Economía, a la práctica la mano derecha de Junqueras– y facilitó desde dentro la intervención del Estado sobre la Generalitat.
La política recorre la sangre de Aragonès también desde el punto de vista familiar. No en vano, su abuelo, Josep Aragonès, fue alcalde de su pueblo, Pineda de Mar (Barcelona), durante la última etapa del franquismo y volvió a serlo tras las primeras elecciones democráticas de la mano de una agrupación vecinal. Su nieto Pere, por su parte, lleva en política desde la juventud. Entró en Esquerra en 1998 y desde entonces ha ligado su carrera al partido. Licenciado en Derecho por la Universidad Oberta de Cataluña y con un máster en Historia Económica por la Universidad de Barcelona, ha trabajado en un bufete, pero su verdadera profesión es la política (ha sido concejal, diputado autonómico, consejero y vicepresidente).
Con los resultados del 14-F, Aragonès ha logrado –por la mínima, y con la ayuda de la semilibertad de Oriol Junqueras– imponerse como presidenciable independentista. Con todo, su eventual investidura repetiría un esquema ya conocido, el del vicariato presidencial, con un nombre sentado en la Generalitat y otro pilotando la situación en la distancia. La diferencia es que el centro de gravitación saltará ahora de Waterloo (Bélgica) a la prisión de Lledoners, donde sigue Junqueras.
Perfil gris
De perfil gris, este profesional de la política puede
ser presidente de la Generalitat
con 38 años