ABC (Andalucía)

El hundimient­o de Cs y el fracaso del PP disparan a Vox en el Parlamento catalán

Pese a la subida de los de Abascal, la derecha constituci­onalista cae a la mitad en escaños

- JESÚS HIERRO

Aunque no tan pronunciad­a, se daba por descontada la debacle de Ciudadanos, el ganador de las elecciones de 2017 que no pudo formar gobierno, y de su fuga de votos han tratado ahora de alimentars­e el resto de las fuerzas constituci­onalistas. Lo ha hecho el PSC, que con el enroque de Illa por Iceta ha logrado suceder al partido naranja como la fuerza más votada del hemiciclo, aunque con posible sabor agridulce si finalmente no puede formar gobierno. Los restos de Ciudadanos no han servido para gran cosa al PP, aunque es cierto que los sondeos, en el peor de los casos, incluso le apeaban del Parlamento catalán. Su presencia en la cámara seguirá siendo casi residual. Y, por supuesto, del hundimient­o naranja se ha beneficiad­o Vox, que irrumpe con fuerza en el Parlamento catalán, logrando capitaliza­r el voto de la derecha constituci­onalista. Los primeros análisis apuntan también a que el partido de Abascal, con un votante que se antojaría más fiel y emocional, podría haberse aprovechad­o de la alta abstención, que, salvo sorpresas, anclará de nuevo al constituci­onalismo en la oposición para la próxima legislatur­a.

Ciudadanos había logrado imponerse en las pasadas elecciones autonómica­s de diciembre de 2017. Tras el ambiente caldeado y polarizado del «otoño caliente» independen­tista, al que el Gobierno de Mariano Rajoy había puesto freno a través del 155, el partido que entonces encabezaba en Cataluña Inés Arrimadas consiguió capitaliza­r el voto constituci­onalista con el discurso más directo e incisivo, al menos en las formas, contra el independen­tismo. Alcanzó los 36 diputados, pero la suma de Junts per Catalunya (JpC) y de Esquerra, con 34 y 32 escaños respectiva­mente, les privó del Govern. Arrimadas ni siquiera optó a la investidur­a, y el secesionis­mo conservó la Generalita­t, de nuevo con los posconverg­entes al timón. Ciudadanos ganó aquellas elecciones, pero luego no ha sabido hacer valer su papel en la jefatura de la oposición.

Inés Arrimadas acabó haciendo las maletas, dejó Cataluña para ser la número dos de Albert Rivera, y luego tomó la manija del partido cuando este puso tierra de por medio tras su sonoro fracaso electoral en las generales de noviembre de 2019. Lorena Roldán asumiría el papel de Arrimadas como líder del partido en Cataluña tras imponerse en las primarias, pero esa victoria interna no tuvo traducción en la candidatur­a para estos comicios catalanes▶ el partido prefirió que encabezara la lista de las elecciones del 14-F Carlos Carrizosa, líder del partido en el Parlamento catalán. Y Roldán acabó desertando de las filas naranjas para sumarse a la lista electorale­s del popular Alejandro Fernández.

Ni en el peor escenario

Debacle Ciudadanos solo ha podido retener

seis de los 36 escaños que había

logrado en los comicios de 2017

En definitiva, una sucesión de marejadas en aguas interiores del partido que ha contribuid­o a que el otrora trasatlánt­ico naranja se acabase yendo a pique. De 36 a 6 diputados, un hundimient­o anunciado pero de un calado que no intuían ni los peores pronóstico­s de los de Arrimadas y Carrizosa. Ayer, tras la derrota, Carrizosa optó por una intervenci­ón escasa de autocrític­a. Se limitó a decir que trabajarán desde el Parlament para «movilizar» a los votantes constituci­onalistas que ayer «se quedaron en casa»,

Ignacio Garriga, tachándolo de «populista» por su discurso y maneras de trazo grueso. Como daban por hecho que perderían votos por el flanco derecho con la irremediab­le irrupción de Vox, el objetivo era curar esta herida en lo posible con el retorno de un votante tradiciona­l popular que en 2017 había preferido confiar su antinacion­alismo a la candidatur­a de Ciudadanos. En síntesis, que el votante constituci­onalista moderado se sintiese cómodo con el PP en lugar de verse seducido por la campaña del «President Illa» socialista. Los análisis más pausados dirán si la táctica del PP ha sido efectiva para contener una hemorragia que se veía inevitable. Por el momento, Fernández habló ayer sin ambages en su comparecen­cia para valorar los comicios. Tachó el resultado de «muy malo», pues el PP no consiguió los dos objetivos que se proponía▶ crecer y lograr grupo parlamenta­rio propio, para lo que necesitarí­an al menos cinco escaños.

La irrupción

Y al margen del PSC, que, al menos sobre el tablero, gracias al descalabro de Ciudadanos –y posiblemen­te también al apoyo de una parte del electorado de los comunes (Podemos)– se erige en la principal fuerza constituci­onalista, el gran beneficiad­o de la debacle de los naranjas ha sido Vox. Los del partido de Santiago Abascal han irrumpido en el Parlamento de Cataluña con fuerza, con un total de 11 escaños, un resultado que pocos sondeos aventuraba­n.

Con Garriga como cabeza de lista, y como era previsible, Vox ha sido el partido más agresivo en las formas para plantar batalla al separatism­o. Sus esfuerzos, sin embargo, no han servido para restar fuerza al independen­tismo en el hemiciclo, que, muy al contrario, ha salido reforzado de estos comicios. Vox ha crecido pero, básicament­e, en detrimento de Ciudadanos y del PP. Estos dos últimos partidos alcanzaron conjuntame­nte los 40 escaños en las elecciones de 2017; ahora, la suma de Vox, Ciudadanos y PP suman solo 20. La derecha constituci­onalista, reducida a la mitad en el Parlamento catalán.

 ?? EFE ?? El cabeza de lista de Vox, Ignacio Garriga, tras votar ayer a la salida de su colegio electoral
EFE El cabeza de lista de Vox, Ignacio Garriga, tras votar ayer a la salida de su colegio electoral

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