El liderazgo de Inés Arrimadas, en entredicho
Ciudadanos (Cs) revivió ayer en las elecciones autonómicas de Cataluña la pesadilla del 10-N. De nuevo, los malos resultados augurados por las encuestas fueron superados por una realidad inapelable▶ la formación de Inés Arrimadas pasó de vencer en 2017 con 36 escaños y más de 1.100.000 votos a caer a la séptima plaza en el Parlament, en el que estará representado por solo seis diputados.
Los recelos crecientes en los últimos meses hacia el vicesecretario general de Cs, Carlos Cuadrado, el «número dos en la sombra», se habían convertido en un murmullo ensordecedor desde el inicio de la campaña del 14-F.
Internamente no convencieron ni las formas ni el mensaje, en una estrategia diseñada por Cuadrado, también director de campaña, y voces críticas de distintos ámbitos reclaman ya su cese inmediato, así como el del vicesecretario general adjunto, José María Espejo-Saavedra, quien ha formado tándem con Cuadrado.
La baja participación, que a duras penas superó el cincuenta por ciento, ya presagiaba el peor de los escenarios para Cs y la dirección convocó, antes del inicio del escrutinio, un Comité Ejecutivo urgente que se celebrará esta tarde. Distintos miembros de este órgano, en conversación con ABC, ya avisaron ayer por la noche de que exigirán a Arrimadas los ceses inmediatos de Cuadrado y de Espejo.
Pero hay dirigentes que van más allá y que ayer en privado, a la espera de ver qué decisiones toma hoy Arrimadas, apuntaban a la posibilidad de promover un congreso extraordinario incluso para renovar el liderazgo. Dependerá, apostillan, de la contundencia de Arrimadas en sus próximos pasos.
Tras los resultados, Carrizosa y Arrimadas comparecieron arropados, entre otros dirigentes, por Cuadrado. La autocrítica brilló por su ausencia, y la líder apenas reconoció que no habían sabido «movilizar». «Cs seguirá siendo voz y refugio del constitucionalismo», zanjó.
¿LÍDER?
El papel de Arrimadas se cuestiona por primera vez. Se le exige una
reacción