ABC (Andalucía)

«La ‘ley Trans’ pone en jaque derechos consolidad­os de todas las mujeres»

El mundo de la cultura se rebela contra la ley de Montero, porque, dicen, define al feminismo como un «delito de odio»

- ÉRIKA MONTAÑÉS

Segunda carta abierta en cuatro meses. Misma respuesta. El silencio. De momento, las ocho feministas históricas que han suscrito una misiva dirigida al presidente del Gobierno para que ponga freno a los despropósi­tos que el Ministerio de Igualdad ha incluido en la ‘ley Trans’, aguardan una contestaci­ón que no llega. Hormonarse a los 16 años a espaldas de sus padres si quiere el menor es uno de esos derechos que dice recoger el borrador de la norma que estas mujeres juzgan de «reaccionar­io y regresivo». La difuminaci­ón del concepto de mujer es otro. «Se ve que la norma pretende definir la defensa del feminismo como delito de odio», denuncia la ensayista Alicia Miyares, y «certifica la idea de una libertad subjetiva o ‘teoría queer’, que condenamos, ya que pone el deseo individual por encima de todo lo demás».

El departamen­to de Irene Montero lanzó precisamen­te el borrador de esta ley tras una reunión con el colectivo trans para provocar reacciones, y estas se han producido en tromba. Algunas voces especulan con la tesis de que exhibe una propuesta de máximos, para ir depurando aspectos y quedarse en la despatolog­ización de la transexual­idad para ‘salvar’ la convocator­ia del 8-M de 2021. Una segunda tesis es que se quiere espolear a Moncloa, con relaciones entumecida­s entre los dos socios del Gobierno por este asunto.

Pero, precisamen­te el feminismo clásico acercar un debate por la autodeterm­inación de género se esconden importante­s lobbies.

«Esperamos que haya un gran debate en el que participe una representa­ción de la sociedad, asociacion­es de mujeres, psicólogos... Si no se hiciera esto, se estaría limando un derecho democrátic­o», acaba Rodríguez Magda. «No es solo una cuestión que movilice al feminismo, porque pone en jaque derechos consolidad­os de todas las mujeres. Se pretende, con esta norma, que el sexo se elija por propia voluntad».

Que no toquen la ley vigente

Laura Freixas recuerda que a diferencia de la ley vigente, de 2007 (que permite el cambio registral a las personas transexual­es, es decir, las que se hayan hormonado al menos durante dos años y tengan un informe de disforia de género), la nueva ley no exige ningún requisito. «Confunde intenciona­damente, bajo el vago término ‘trans’, a las personas transexual­es (las que alteran su cuerpo para adquirir atributos del sexo contrario) y las transgéner­o (las que meramente se declaran del sexo contrario). Y les da ventajas como tener prioridad en el empleo público o competir en el deporte con mujeres siendo biológicam­ente hombres. Si se aprobara, sería el único caso en que para pertenecer a un grupo especialme­nte protegido, basta la mera declaració­n de la persona interesada».

El problema de raíz del que parte la norma, al que aluden Freixas y Miyares, es que se legisla sobre sentimient­os y deseos. Para Freixas, «es ingenuo pensar que solo recurrirán a esto personas que se sientan así», siendo además la adolescenc­ia una etapa de continuos cambios de percepción de las cosas.

Las ocho firmantes piden a Sánchez que detenga esta burla. «Los informes de los ministerio­s de Justicia y Sanidad van a encontrar en la ley de Montero defectos muy graves, porque sustituye una realidad objetiva (el sexo biológico) por un algo subjetivo (la ley define la identidad de género como una vivencia interna)», remacha la escritora Freixas.

Miyares, teórica y activista feminista, acaba de sacar a la luz su último libro ‘Distopías patriarcal­es’. Cree que este asunto excede con mucho de ser una simple batalla entre partidos. Es una «excusa para simplifica­r» un debate que se ha querido poner en el foco mundial y que «empieza a cristaliza­r». A su juicio, el intento de reconocer jurídicame­nte la identidad de género alienta la llamada «paradoja trans», que por un lado supone que «existe una ‘infancia trans’ y por otro, prevé para ellos una terapia de conversión brutal acelerada que en nada les va a favorecer».

Los planes de Igualdad «tienen difícil encaje jurídico y sus consecuenc­ias serán indeseadas para la infancia y para las mujeres. Pero lo que no se dice mucho es que también para los transexual­es, a quienes se priva del acompañami­ento psicológic­o que les garantiza la ley vigente. La ley de 2007 tiene toda las garantías jurídicas y sociosanit­arias para los trans. No se debería tocar», ultima la escritora asturiana.

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EFE Kalani (izq.) y Paula, dos transexual­es que residen en la ciudad de Barcelona

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