El Madrid afina el instrumento
∑Pleno dominio y buen juego en la victoria blanca contra un dócil Valencia. Los de Zidane mejoran su juego; Carvajal volvió a lesionarse
Hay algo misterioso, como una melatonina del fútbol, que regula el funcionamiento de los equipos. Sus ciclos, sus ritmos circadianos. Tienen subidas y bajadas, oscilaciones en su rendimiento. Como diría Pla que decía Montaigne▶ el fútbol es ondulante. Después de estar muy bien, el Madrid se puso muy mal, y ahora empieza a mejorar otra vez. Con Carvajal y Kroos volvió el 4-3-3 y una solidez de la que el equipo pareció querer disfrutar. Salió atento y junto, elemento importante en el zidanismo ese ‘estar juntitos’.
El Madrid, por tanto, perseveró en el recuperado ‘unocerismo’, lo mejor del curso pasado, y le añadió algunas cosas más ante un Valencia decepcionante, incompareciente, que durante la primera parte no provocó ninguna intervención de Courtois. Ningún movimiento en el portero, ni siquiera ocular. Ni chutaron, ni se acercaron.
Los primeros diez minutos del partido fueron de carburación. Casemiro apuntalaba la defensa y se emitían centros lastimosos, tristes incluso desde el lateral derecho de Carvajal. Centros penosos, perezosos. A todo se le llama centro, pero no es lo mismo un centro desde la línea de fondo que desde la línea del mediocampo.
Ese pequeño titubeo con el sopor lo resolvió Benzema con una acción casi juvenil. La recogió de Kroos en una semicontra en el lugar de Vinicius, que le hizo sitio (completamente subordinado ya). Era el inicio de la diagonal que tan bien trazaba de joven en el Lyon▶ controló, fijó la diana telescópica en el poste y marcó con un tiro de elegante curva rasa.
El 1-0 llegaba por la zona más densamente poblada del Madrid. Allí parte o quiere partir Vinicius, allí llega Benzema y hacia allí mira Kroos, que movió al Madrid como una cuna.
Hubo unos minutos en los que el partido, como un avión antes de partir, pareció querer esperar al Valencia, una cortesía que el equipo naranja declinó.
Resumen de sus virtudes
Así que el Madrid siguió con la pelota, desde la metrópoli de la banda izquierda hasta el más allá de su derecha, donde Carvajal recibió un pase y se detuvo tras controlarlo con el muslo. Paró en seco y dejó el campo con nuevos problemas musculares. Entró Lucas y como aquel microondas que jugaba en los Detroit Pistons (Vinnie Johnson), fue entrar y comenzar a mandar pases y pases desde su banda.
La posesión del Madrid, indiscutida, empezó a añadir velocidad, se fue acelerando. Al ‘unocerismo’ se le aña